Por Daniela Rago
Cada tema que tocamos en Mujeres 5.0 tienen su origen en historias de vida de amigas, conocidas y/o de personas de nuestra edad que cuentan sus frustraciones desde un lugar que parece sin salida.
Cuando uno escucha a otra mujer que pasa por el mismo proceso ( sea cual sea ) se siente reflejada, que no está sola o que no es la única en ese proceso.
Pero vayamos directamente al tema de hoy:
“El miedo a la jubilación existe y es real. Para muchas es incluso mayor al miedo a la enfermedad. Y, como cualquier miedo, depende -en gran medida- de la incertidumbre, del no saber que va a suceder después”.
La historia que les cuento ahora es una de las tantas vivencias de las mujeres de 50 frente a la jubilación
Marcela, de 55 años de edad, logró su jubilación después de muchísimos años de trabajar sin parar el un famoso Banco de la Ciudad de Buenos Aires. Tiene 4 hijos, su marido trabaja desde su casa, un lindísimo perro juguetón, una casa magnífica para disfrutar…todo parecía genial para disfrutar después de la jubilación.
Los primeros meses fueron geniales, de un inmenso placer por estar en su casa, sin horarios, poder ir al gym o a bailar a la clases que tanto deseaba, ir a caminar con el perro tan adorable, ver vidrieras, etc.
Pero tiempo después el perro era una molestia para el marido, ella no lo sabía y los hijos no respetaban las pautas establecidas hacía años, cuando ella estaba en el Banco todo el día.
Empezó a no tener tiempo para ella misma y a ser demandada por toda la familia porque estaba “sin hacer nada".
Comenzó a sentirse fatigada, la angustia se fue transformando en bronca, enojos y peleas familiares. Su rol en la casa cambió, pero ella no se lo esperaba.
En general, a la persona que se jubila le cuesta aceptar este cambio vital que implica un cambio de rol importante y fundamental. Es esperable la tendencia a asumir, durante un lapso importante de nuestra vida, el rol profesional que tenemos (Psicóloga, docente, pediatra, la diseñadora ). Cuando llegamos al momento de la jubilación, nos enfrentamos con otras muchas identidades que también forman parte de nuestra vida, que estaban ahí y seguramente no veíamos, no les estábamos prestando tanta atención como la que le prestaremos a partir de este momento: yo como persona, yo como madre, yo como abuela, yo como esposa, etc.
Empezó a no tener tiempo para ella misma y a ser demandada por toda la familia porque estaba “sin hacer nada".
Los distintos momentos que se presentan frente a la jubilación tan deseada:
Según los estudios realizados, existen diversas fases de adaptación a la jubilación, aunque no todos pasamos por todas ellas, ni tampoco en el mismo orden.
- Fase de “Luna de miel”. Ocupa los primeros días que siguen al momento de la jubilación. Suele aparecer una sensación de estar de vacaciones, pero mejor, porque no existe la presión de ver cómo se acaban los días. La persona suele sentirse “feliz” de estar jubilada, entonces realiza planes múltiples y sus expectativas suelen ser elevadas.
- Fase de “Desencanto”. Pasadas las primeras semanas, puede que las cosas no sean como esperábamos (dificultades para llevar a cabo todos los planes que habíamos hecho, ser conscientes del cambio económico que supone la jubilación, sentir cierta nostalgia del trabajo, enfrentarnos a nuestro “nuevo yo”). Es entonces cuando puede aparecer sintomatología ansiosa o depresiva (fruto de la decepción o la frustración); contrarrestándose, en algunas ocasiones, con hiperactividad, y en otras, abandonándose las actividades habituales.
- Fase de “Reorientación”. La etapa anterior nos obliga a buscar nuevas expectativas, más realistas y ajustadas a la nueva situación.
- Fase de “Estabilización”. Es el momento en el que nos adaptamos a la jubilación, aceptando nuestro nuevo estatus y alcanzando un equilibrio entre las posibilidades y los recursos.
Todo esto se profundiza cuando:
- Hay falta de proyectos personales y de tareas en las que ocupar el tiempo.
- Una jubilación anticipada o forzada.
- La presencia de estresores diversos, tales como problemas de salud, económicos, familiares, etc.
- Tener una baja red de apoyo social, así como no tener pareja.
ENTONCES: ¿Cómo encontrarnos con una jubilación placentera?
Lo lógico y recomendable es realizar una jubilación planificada. Planificar el antes, durante y EL DEPUÉS.
Es muy común preocuparse y ocuparse de los trámites administrativos excesivamente y no mirar más allá.
Anticiparnos, planificarlo y encontrar nuevos proyectos para después de la jubilación nos ayudará a evitar un poco más el simbronazo que significa este cambio de vida .
Asumir que habrá un cambio profundo de roles ( quizás no se pueden prevenir, pero si ir trabajándolos y anticipándolos con terapia para suavizarlos).
La jubilación es una nueva oportunidad que nos da la vida y como tal trae consigo aspectos positivos y negativos que tendremos que trabajar para poder disfrutar de los cambios.
Repito, es una nueva oportunidad para las Mujeres 5.0 que conlleva trampas, crisis, movimientos afectivos, roles a descubrir, pero que bien trabajados, son el puente a una nueva vida. Y si se animan a transitar ese puente, desde el otro lado las espera ese futuro soñados desde antes de empezar con la jubilación.
Y para quienes no saben qué quieren o qué les espera a otro lado del puente, disfruten del proceso de cambio, permítanse el duelo que es lógico y sanador.
Después de la jubilación tan esperada nace la verdadera Mujer 5.0 ¡Vamos todavía!
Aprovecho esta oportunidad para invitarlas a la presentación de mi del libro “Mujeres 5.0, no somos una menopausia” Ed. Lugar en la Feria del Libro 2022. Será en La Rural, pabellón amarillo Sala Alejandra Pizarnik, Sábado 14 de Mayo, 18.30 hs. Invitados especiales.