El dramaturgo y director de teatro, Mauricio Kartún, celebró recientemente haber ganado 5 premios de la Asociación de Cronistas del Espectáculo (ACE) con la obra que escribió y dirigió llamada La vis cómica. A sus 75 años, el maestro del teatro reflexionó sobre la creatividad, la religión y la felicidad en Radio Con Vos.
El director contó que disfruta caminar y salir con una libretita dónde va anotando: "ahí se te ocurren cosas y hay asociación libre” para estimular la creatividad.
"Todo viene cargado de una estética, salir y caminar al aire libre es bueno. Mis hijos me cargan porque yo a veces me tomó un subte y combino con otro, me bajó en algún lugar y me vuelvo caminado a casa porque es la manera de ir por lugares donde nunca estuve", contó.
Kartún consideró que su obra terrenal no es otra cosa que su reflexión sobre lo trascendente.
También confesó que es un "acumulador compulsivo" y que lucha por escapar del agotamiento y de las formas automatizadas de trabajar: "cuando hago teatro puedo hacerlo de una manera medio sistemática. Ya se más o menos donde puedo estrenar o a qué teatros les intereso. Es abominable en términos creativos e inevitablemente empezas a cansarte y aburrirte y luchar para encontrar creatividad".
Por otra parte, Kartún contó que cree que "el secreto de la felicidad está en fluir" que es el fenómeno de recibir constantemente estímulos, ver cosas y tener nuevos referentes: "así debe trabajar la cabeza del artista". Por eso siempre aconseja tomar cursos nuevos incluso cosas que no tengan nada que ver con la disciplina que conoce el artista.
"Todo va a parar a la misma olla y se va reciclando. Nada de lo que he hecho a quedado afuera. Lo que ocurre a una altura de la vida es que uno se pone resultadista y tiene una especie de inquietud ansiosa para que todo sirva inmediatamente y que esto que estás estudiando mañana te de guita, placer o novia o algo", explicó.
El secreto de la felicidad está en fluir".
Por último, contó que se tuvo que ir amigando con "la religión y la filosofía". Hijo de una madre católica y un padre judío "algo extremistas", él eligió "no darle bola", pero con el tiempo entendió que es importante creer en "el fenómeno en la trascendencia" y considera que su obra terrenal "no es otra cosa que mi reflexión sobre lo trascendente".
"Cada tanto pienso en la muerte... y me hago el boludo", confesó finalmente.