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Columnistas

La salud y la educación durante la dictadura

Por Gabriel Barbagallo *

Tanto la salud y el bienestar  como la educación de calidad, ambos objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, requieren del ejercicio de la  memoria para no repetir errores del pasado. Por ello, es oportuno recordar que durante la última semana de marzo de 1976, el gobierno constitucional de Héctor Cámpora, Juan Domingo Perón e Isabel Martínez comenzaba a transitar el último año de su mandato. Así es, en 1977 habría elecciones, si un golpe cívico militar no hubiese puesto fin a un gobierno que se desplomaba. Eran épocas de una Argentina violenta y aquella semana de marzo dio comienzo al último gobierno de facto de la Argentina.

¿Qué pasó con la salud y la educación durante la dictadura? En una semana, el Proceso organizó todo.

Por ejemplo en materia de salud, en los hospitales militares y en el Hospital Posadas funcionaron algunos de los más de 600 centros clandestinos de detención y tortura que existieron en nuestro país. En este punto, es necesario  aclarar que los trabajadores de la salud fueron en general víctimas de esta situación, ya que a muchos de ellos se los vinculó a actividades “de carácter subversivo” y sin más pruebas, fueron cesanteados sin indemnización mediante el decreto/ley de Prescindibilidad  dictado el mismo día del golpe militar.  Además, según los documentados en la CONADEP, 246 desaparecidos eran trabajadores de la salud entre médicos, psicólogos, enfermeros, odontólogos y estudiantes de medicina.

El general Reynaldo Bignone, último presidente de facto, fue designado delegado de la Junta en el Ministerio de Bienestar Social (Salud se encontraba dentro de esa estructura) y fue el creador de “El Chalet”, centro de detención y torturas del Hospital Posadas y fue también quién designó al primer marino al frente del Ministerio, el Vicealmirante Julio Bardi, autor de la infeliz frase acerca de la drogadicción en los jóvenes: “A veces el exceso de pensamiento puede motivar estas desviaciones». A Bardi le sucedieron el contraalmirante Jorge Fraga, el médico naval Amílcar Argüelles y el Dr. Horacio Rodríguez Castells, el más sanitarista de todos.

En el Ministerio de Educación (y Cultura) ocurrió algo similar. Aquí el delegado de la Junta fue el contraalmirante César Guzzetti, que a partir del 1 de abril pasó a ser el Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Videla. Pero en su corta gestión como delegado, designó a marinos en todas las estructuras educativas y decidió el reemplazo de los decanos y rectores de las universidades nacionales por delegados militares. En esa semana se sancionó y promulgó un decreto/ley por el cual se suspendía total o parcialmente la aplicación del Estatuto del Docente. En el último día de gestión de César Guzzetti en el Ministerio de Cultura y Educación se crea la asignatura “Estudios de la Realidad Social Argentina (ERSA)” que reemplaza, con alguna coherencia, a la materia del secundario llamada EDUCACION DEMOCRATICA.

Se crea la asignatura “Estudios de la Realidad Social Argentina (ERSA)” que reemplaza, con alguna coherencia, a la materia del secundario llamada EDUCACION DEMOCRATICA.

Luego vinieron Ricardo Bruera, Juan José Catalan, Juan Rafael Llerena Amadeo, Carlos Burundarena y Cayetano Licciardo, todos ellos civiles, pero lo destacable es que en una semana, los ministerios de  salud y de educación fueron organizados de acuerdo a los objetivos generales del nuevo gobierno militar. Quizás esto explique la ausencia del estado en las políticas sanitarias y educativas en aquel momento y sus efectos que perduran hasta el presente.

Por eso quiero terminar citando al fiscal Julio Strassera cuando en el juicio a las juntas cerró su alegato diciendo: “Señores jueces, quiero utilizar una frase que pertenece ya a todo el pueblo argentino: Nunca más.”

* Extraído de la columna Lado B del programa Fuerza natural 

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