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Política

María Bielli, legisladora porteña: “Boric representa la potencia de la juventud protagonizando espacios en la política”

Bielli

Por Carlos Fuentealba

María Bielli tenía 32 años cuando fue electa legisladora por la Ciudad de Buenos Aires. Junto a ella, entró Ofelia Fernández, quien acaparó todos los flashes por ser más joven aún: a sus 19 años, en ese momento, se transformó en la legisladora de menor edad de toda América Latina. Con ellas, ingresó a la institucionalidad una promesa de renovación y una sensibilidad generacional radicalmente distinta.

Por ello, en parte, y también por sintonía ideológica, las legisladoras se sintieron muy movilizadas con la elección de Gabriel Boric como presidente de Chile. Y junto a Lucía Cámpora- otra joven legisladora del Frente de Todos- decidieron asistir al histórico cambio de mando y empaparse del que es, por estos años, el proceso más revolucionario del continente.

Tras su regreso, la legisladora recibió a Diario Con Vos en la Legislatura para analizar lo que pudo ver, para comentar los lazos que se han construido y las perspectivas que abren para la Argentina.

-¿Qué significado tiene para vos que la primera autoridad de un país vecino tenga 36 años?

- Lo de Boric para quienes militamos en otros países de la región representa una apuesta completamente a futuro. Él representa la potencia de la juventud protagonizando espacios en la política y es por eso un llamado a las nuevas generaciones latinoamericanas a involucrarse en política, y a involucrarse entre sí, porque también se extiende a la construcción de vínculos regionales. Por eso va a ser muy importante lo que ocurra en la región, con Petro en Colombia en mayo; con Lula en octubre y, por supuesto, lo que siga ocurriendo en Perú.
Yo no creo que la juventud, por sí, sea revolucionaria, ni que tener determinada edad te haga conservador. Pero sí es cierto que a nuestra corta edad representa un desafío muy grande ocuparse de ciertas responsabilidades. En Chile, una generación política le falló al pueblo en reiteradas ocasiones y provocó las condiciones para esto. Por eso, todos tenemos la mirada puesta en Boric. Porque por más que uno crea y confíe en Lula, no podemos pedirle que sea el protagonista del futuro. Hay algo también de la vitalidad, de las transformaciones tecnológicas y la comprensión del mundo al que nos vamos asomando, que vuelve relevante este proceso para nuestra generación. Es muy inspirador. Me pasa con él, pero lo vi con muchos compañeros de Revolución Democrática y otros partidos: me parecían una mezcla muy bien lograda entre solidez y humildad. Los vi con una preparación importante para ocupar esos lugares, desde lo profesional, pero también desde el ejercicio de convocatoria al colectivo, de saber que no basta con ocupar grandes lugares sin comunidad, porque acá lo podemos hacer bien en la medida de que haya comunidad organizada que acompañe. Para mí el discurso de Boric fue eso, una invitación a la participación.

Lo de Boric para quienes militamos en otros países de la región representa una apuesta completamente a futuro. Marca una necesidad de protagonismo generacional en los espacios de poder, un llamado urgente a la juventud latinoamericana que también se extiende a la construcción de vínculos regionales.

-¿Qué articulaciones crees que se pueden establecer con Argentina?

- Hay muchos planos para pensar la articulación política. Nosotros tenemos el antecedente de una década que fue muy significativa para nuestro pueblo en Latinoamérica, con referencias muy importantes que tuvieron una visión estratégica sobre cómo fortalecer los vínculos entre los países del continente. Eso tuvo su correlato con la creación de organismos que intentaron avanzar hacia el sueño de una moneda común- que nunca se concretó-, pero que sí lograron establecer institucionalidad para resolver problemas contingentes. Ahora bien, creo que eso se quedó mucho en lo político y no ahondó en lo económico. Ahora el desafío es cómo retomar esa ruta sin las grandes referencias del anterior ciclo. Necesitamos construir puentes: una articulación por abajo, que exceda a las cumbres y grandes liderazgos: una articulación entre las organizaciones políticas de los países. Creo que faltó eso en la década ganada y lo pudimos ver cuando nuestros liderazgos dejaron de ocupar lugares de representación, esos lazos se difuminaron.

Las legisladoras asistieron a un encuentro con feministas chilenas.

-¿Te trajiste aprendizajes del proceso chileno para incorporar en la agenda argentina?

- Me reuní con varios diputados, alcaldes y alcaldesas de Apruebo Dignidad, que es la coalición de Boric. Con ellos detecté la necesidad que tenemos de construir municipalismo, de pensar más en clave municipal. Hay algo del proceso político que se da en Chile que tiene que ver con compañeros que lograron espacios de representación en gobiernos locales gracias a una agenda para esos territorios, no por la pertenencia a un proyecto específico de país. Para nosotras que militamos en la Ciudad de Buenos Aires, que muchas veces es un territorio que contradice al proyecto de país, me pareció muy valioso de considerar y profundizar: un proyecto para nuestra ciudad, que contemple elementos que son mucho más de la vida cotidiana de las personas que viven en esta ciudad. Te hablo, por ejemplo, de alcaldes que crearon farmacias públicas para regular territorialmente el precio de los medicamentos o inmobiliarias populares para garantizar el derecho a la vivienda. Todo esto creando institucionalidad, porque no necesariamente esto era rol de los alcaldes. Creo que en esto hay muy buenas experiencias para desarrollar una agenda.

-Y al revés ¿Qué crees que puede aportarle Argentina al proceso chileno?

- En el feminismo hay lazos muy fuertes. Ofelia es un fenómeno en Chile, yo no lo sabía. La reconocían en subtes y plazas, pibas mucho más chicas que Boric, le pedían fotos y le decían ‘te sigo, sos una ídola’. Hay algo de la construcción del feminismo popular en Argentina que para Chile es una experiencia a recoger. Se exportó el pañuelo verde y con eso, algunas referencias, como es el caso de Ofe. Aparte de eso, creo que allá hay una disociación grande entre lo social y lo político. Me parece que nosotros tenemos esto mucho mejor saldado gracias a la tradición de construcción social que tiene el peronismo y la capilaridad que logra en los territorios. Me pareció que allá lo político está muy asociado a una forma y un sector reducido que se contrapone al desarrollo territorial de una fuerza social. Quienes trabajan en los barrios son ONGs o espacios autónomos que miran con malos ojos a la política. Ahí creo que tenemos algo en lo que, humildemente, podemos aportar, entendiendo los alcances transformadores de la agenda de Boric. Porque si tiene a los medios de comunicación concentrados operando en contra de la constituyente o en contra de cualquier cosa que quiera hacer el gobierno; si quiere discutir la protección y/o propiedad de recursos naturales; o abrir una reforma previsional y una transformación del mundo del trabajo: para todo ello necesita gente en la calle y organización territorial.

Ofelia es un fenómeno en Chile, yo no lo sabía. La reconocían en subtes y plazas, pibas mucho más chicas que Boric, le pedían fotos y le decían ‘te sigo, sos una ídola’. Hay algo de la construcción del feminismo popular en Argentina que para Chile es una experiencia a recoger.

-Pero la calle en Chile se volvió muy violenta y también ha alojado a un movimiento de clausura política, una especie de “que se vayan todos” que es más desalojante que constituyente

-Sí, es muy distinto cómo ocupan las calles allá. El estallido de 2019 fue completamente anárquico en el sentido de que no había forma de encauzarlo. Todos los viernes hay un grupo que va a la Plaza Dignidad e interrumpe el tránsito en una forma de ritualidad que se queda allí, en eso. Por eso también me parece tan meritorio que las fuerzas políticas hayan logrado, por un vértice, darle un cauce político insospechado a este escenario. Para mí la derivación de un estallido social así de anárquico en un proceso constituyente con el alcance que tiene lo que se está dando, responde a un movimiento estratégico extraordinario: va a ocurrir una vez en el mundo. Ahora creo los niveles de antipolítica que quedan en la calle son marginales y no representan de forma alguna a los niveles de legitimidad que tuvo el estallido.

-Las imágenes de xenofobia que han llegado también nos hablan de una calle que puede abrirle márgenes a pulsiones reaccionarias

- Sí, quizás lo que más salte a la vista sea una profunda crisis migratoria, en un país que no sabe cómo resolverla. Hasta ahora las herramientas que usó fueron la represión y la exclusión. Eso es un desafío grande para un gobierno que va a tener que abordar un fenómeno que en las regiones del norte ya derivó en violencia: aumentaron los homicidios, la violencia de género y la xenofobia. Vi carpas en la calle con migrantes venezolanos, viviendo en una situación de muchísima precariedad. Me pareció que el perfil socioeconómico de esa migración venezolana era distinto al que tenemos acá. También hay índices mucho más altos de inmigración ilegal.

Bielli, Fernández y Cámpora estuvieron en el Palacio de Cerro Castillo, junto a personalidades como Dilma Rousseff, Álvaro García Linera y (en la foto) la flamante ministra Secretaria General de Gobierno, Camila Vallejo.

-¿Viste orden entre todo este conflicto?

-Creo que los compañeros allá son muy conscientes de que es muy difícil plantear todos los conflictos en esta etapa, en la que hay que plantear un orden. Creo que Boric fue muy estratégico en no poner todos los conflictos arriba de la mesa, porque ahora él es el orden. Es muy difícil para un pibe de 36 años, cuando hay un estigma sobre lo que puede hacer o decir, pararse como la disrupción. Por el contrario, creo que él ha apostado a decir yo soy el orden y la oposición es el desorden. Me hizo recordar a lo primero que dijo Néstor en el Congreso: "queremos construir un país normal".

-¿Y desde acá podemos ayudar a construir “normalidad”?

-Estamos en un momento re jodido en nuestro país. Vivimos una crisis importante como pueblo, en la que nos pusieron entre la espada y la pared. Nos está costando pensar un horizonte futuro. Y la salida de allí creo que ahora es responsabilidad de las juventudes, lo dice Linera y yo estoy convencida: tenemos que poner el hombro para construir y diseñar una nueva agenda de futuro. Creo que ese impulso me traje de Chile porque el proceso de allá es completamente extraordinario ¡Es muy raro lo que sucedió! Muy esperanzador, en un país con las complejidades que tiene Chile, en el que no se ha vivido un proceso de soberanía popular desde los setenta. Que haya surgido un proyecto de estas características, desde las ruinas de la representatividad política, nos ayuda a atravesar el momento que nos toca con otras herramientas.

Nos está costando pensar un horizonte futuro. Y la salida de allí creo que ahora es responsabilidad de las juventudes. Creo que ese impulso me traje de Chile porque el proceso de allá es completamente extraordinario ¡Es muy raro lo que sucedió!

-¿Cómo están viendo a Argentina desde allá?

-Más allá de lo coyuntural (se estaba votando el acuerdo), se interesaron mucho en iniciativas concretas. Por ejemplo, cómo se dio en Argentina el proceso de estatización de las cajas previsionales o cómo se logró la articulación de los feminismos en la calle con la aprobación en el Congreso de la despenalización del aborto. También mostraron mucho interés en la ley migratoria de Néstor, que para la crisis migratoria que vive Chile, puede ayudar a encontrar respuestas. Todo esto que digo, por supuesto, que entra en contradicción con el presente. Creo que esa es la combinación, que en algún momento nosotros logramos, la que entiendo que se tiene que dar en Chile: hacerse cargo de responder a un pueblo con muchas demandas, pero también tener la audacia política de poner agenda de avance de derechos y de conflictos.

De vuelta a Buenos Aires

María Bielli volvió de Chile el lunes en la noche y el martes tuvo una de las jornadas más tensas en la Legislatura. Luego de cuatro años, la ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña, asistió a la Legislatura para dar cuenta de una gestión que ha comportado algunas tensiones neurálgicas del debate político de estos años en la Argentina. En la ocasión, Bielli protagonizó un fuerte cruce con la ministra que presentó un proyecto de estatuto docente.

“Acuña vino después de cuatro años, lo que es un dato importante, que da cuenta de una ministra que decidió no dialogar, no sólo con las fuerzas opositoras que forman parte del ámbito legislativo de la Ciudad, sino con ningún actor de la comunidad educativa. Eso como sello de su gestión. Entonces teníamos un acumulado de muchas preguntas que hacerle. Porque además no es una ministra que tenga problemas de comunicación. Por el contrario, ella ocupa constantemente su tiempo en medios que le permiten explayarse de una manera muy superficial sobre lo que piensa que es la educación en esta ciudad. Sin confrontaciones: la ministra no va a ningún lugar donde no esté pautado qué le van a preguntar y qué va a decir.

-¿Y en el espacio legislativo recogió tus reclamos?

-Bueno, acá puso muchas restricciones para venir, una comisión muy cerrada. Las preguntas que le hicimos no fueron respondidas en absoluto. Más allá del proyecto puntual que vino a discutir, hay cuestiones estructurales que tienen que ver con el desfinanciamiento de la educación. Falta mucha infraestructura en las escuelas y se produjo un redireccionamiento de los recursos para campañas políticas: se sacaron 350 millones de pesos del plan de conectividad en plena pandemia. También le planteamos el problema de la falta de vacantes. Pero no habla del tema. Le dijimos que creemos que son 56 mil las vacantes que faltan en la ciudad y le pedimos que al menos nos dijera si no compartía la cifra, pero decidió no decir nada. Intentamos de alguna forma entender con qué ministra estábamos hablando, porque para nosotros hay dos: una que declara en confianza que los docentes son fracasados, que los que estudian para ser docentes están sobreideologizados, que los institutos de formación docente son la fuente de todos los males. Y otra que habla en los medios muy guionada, que allí sí dice valorar a los profesores.

-Y cuáles eran los planteamientos que le hicieron?

-Detrás de la necesidad de abrir las escuelas rápido estaba la necesidad de no invertir y desconocer un montón de herramientas que se tendrían que haber puesto en funcionamiento para garantizar la continuidad educativa. Bajo la bandera de la presencialidad, no se hacía nada para garantizar la continuidad de los chicos: no se generaron redes para garantizar el Wi Fi en barrios populares, no se repartieron computadoras, no se pensó en programas para el acompañamiento de las trayectorias educativas. Nosotros pusimos en marcha en la Villa 31 un proyecto de promotoras educativas que tenían a su cargo ir a buscar a los chicos a sus casas y ponerle en contacto con los docentes.
¿Entonces, qué tenemos? Una vuelta a clase con muchas dificultades con chicos que va a costar mucho que vuelvan a estar escolarizados. Hicimos una campaña muy fuerte de inscripción al Progresar 17 y 18 años, que es una política del Gobierno Nacional que se financia con el aporte extraordinario a las grandes fortunas, que permitió que el Progresar, que es una beca de estudios para el nivel universitario, se retrotraiga al nivel medio, que es donde está el mayor nivel de interrupción de trayectorias.

No se generaron redes para garantizar el Wi Fi en barrios populares, no se repartieron computadoras, no se pensó en programas para el acompañamiento de las trayectorias educativas

-¿Y cómo ves a los chicos que sí volvieron a clases?

-Muy complicado ha sido el retorno a clases. Estamos laburando un proyecto para fortalecer los equipos de orientación, porque vemos un problema de salud mental muy grande en las escuelas, en los chicos y los profesores. Las obras sociales están colapsadas en lo que se refiere a psicólogos juveniles y adolescentes. Es un problema que hay que abordar desde la política pública y que se debe transversalizar. No sólo un especialista debe saber cómo lidiar con los problemas de salud mental, ahora es necesario que los profesores también deben tengan herramientas y apoyo.

-Pero, por el contrario, pareciera que la docencia está menos valorada que nunca por la sociedad

-Es muy loco que después de la pandemia, no haya un valorización del rol del docente y de la importancia que tiene en la construcción del futuro y la continuidad del presente. No sólo material, sino también simbólico. Hay un sentido común que se fue construyendo sobre una profesión que tiene muchas vacaciones y en la que se falta mucho. Ni hablar de la idea de "fracasados", dicha por una ministra sobre las personas que ella tiene que motivar y conducir. Es el punto máximo de una cadena de desprecio que es preocupante y que hace que tengamos un problema en la Ciudad de Buenos Aires, donde faltan docentes. En una ciudad y un país con los grados de desocupación, la gente no elige ese camino.

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