Hay un hilo que une a los matafuegos, las cintas para correr, el reglamento interno del FMI y la Constitución Nacional. Todos fueron concebidos para una función determinada, pero son poco usados.
Existe un universo de objetos que permanecen en reposo a la espera de ser convocados. Pertenecen al catálogo de los recursos de emergencia y están sostenidos por una fe rectora que marca la conducta de sus potenciales usuarios. La ordena, la regula, pero casi nunca entra en acción directa con ellos.
“En caso de una súbita despresurización de la cabina, máscaras de oxígeno caerán frente a usted”, dice una voz cada vez que un avión está por despegar. Los pasajeros frecuentes escuchan el mantra y confían en que esas máscaras de oxígeno existen en algún lugar de la aeronave y que siempre están listas para ser usadas. Pero eso casi nunca ocurre. El mundo funciona más por las cosas que no pasan que por las que sí suceden.
El mundo funciona más por las cosas que no pasan que por las que sí suceden.
En cualquier foto de actualidad –de cualquier actualidad- los medios registran lo excepcional, lo poco frecuente. El germen de la noticia siempre es un estado de excepción. Sin embargo, vivimos al ritmo de lo excepcional; de lo que menos sucede. Y para eso también hay un plan de facilidades: es más barato el fósforo que prende el fuego, que el avión hidrante que lo apaga.
No existe ninguna cobertura sobre los matafuegos que no se usan. Las fábricas de matafuegos lanzan al mercado miles de ejemplares que nunca conocerán el calor de las llamas. Los hacen para eso, para no ser usados.
Es más barato el fósforo que prende el fuego que el avión hidrante que lo apaga.
Es como el swap de divisas en yuanes ofrecido por China, y concebido para que el Banco Central haga ostentación del dinero pero no lo use. Son “fondos de garantía”, una promesa más que se exhibe en el panteón de los eufemismos.
El mundo está lleno de organismos internacionales, entidades financieras y organizaciones concebidas para atender lo poco frecuente. El salvataje forma parte del mercado del naufragio. En eso estamos. Una crisis, otra crisis, una pandemia, una guerra y un nuevo préstamo del FMI para pagar el préstamo del FMI. Ahora sí, máscaras de oxígeno caerán frente a usted.