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Día Mundial del Gato | Los reyes de la casa y sus caprichos

Por Andrea Ruggeri

La independencia, los hábitos de alimentación y la conexión que tienen con las personas hacen que los pequeños felinos sean los preferidos de la familia. En el Día internacional del gato, humanos que comparten sus vidas con michis nos contaron por qué siempre van a ser los reyes de la casa.

Cada vez que una persona dice que no le gustan los gatos, hay alguien que le responde: “Hasta que tengas uno”. A pesar de tenerles que dar el desayuno antes que a cualquier integrante de la familia, de que los sillones y sommiers tengan tatuados los recorridos de sus uñas o de las insólitas posiciones en las que se termina acomodando el cuerpo humano en la cama para evitar perturbar el sueño del michi, no hay dueño o dueña– si no es al revés– de un gato que no diga que nada es un sacrificio si el premio es esa compañía irremplazable.

Cada vez que una persona dice que no le gustan los gatos, hay alguien que le responde: “Hasta que tengas uno”.

Argentina es el país de la región con más mascotas por habitante –el 78% de los argentinos tiene mascotas en su casa–. Aunque el número de perros es más del doble que el de gatos  –15 millones versus 6 millones–, cada vez son más las personas que deciden adoptar un felino.

Maui.

Una de las ventajas que suelen destacar los que eligen a los gatos como mascota está asociada a la famosa independencia. “Se maneja solo hasta cuando me voy de vacaciones. Le dejo la ventana abierta y sale a jugar con los amigos y entra cuando quiere. Tiene un dispenser que le provee su alimento a medida que va comiendo. Maui es lo más de lo más”, le contó Nicolás a Diario Con Vos.

Negrito.

Los gatos suelen comer varias veces al día, pocas porciones, incluso cuando la ración diaria es puesta por su cuidador en una sola toma. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todos tienen la misma actitud y muchos son glotones, por lo que comen todo de una vez y piden comida en distintas oportunidades del día. “Jamás puedo abrir atún y no darle la mitad –reconoció Melisa, la humana de Negrito–. No existe el ‘no’ para mi gato”

Jamás puedo abrir atún y no darle la mitad. No existe el ‘no’ para mi gato. (Melisa, la humana de Negrito)

El vínculo entre el humano y los gatos trae un beneficio para ambas partes. Muchos estudios demostraron que el ronroneo del gato produce un efecto anti stress en las personas: el sonido vibrante produce serotonina –un neurotransmisor del sistema nervioso vinculado a la inhibición de sentimientos relacionados con la ira, la agresión, el humor o el sueño–, lo que ayuda a las personas a relajarse.

Gatitus.

Marisa, la humana que vive con Gatitus, aseguró que la gata va a su cama “cuando quiere” y le pide que la abrace con un maullido muy característico mientras con la patita le llama la atención. “Aunque yo tenga calor, o mi brazo se esté durmiendo, cada vez que yo me muevo, ella gruñe”, pero la reina de la casa– según la definió– muchas veces se harta de los cambios de posición: “se va ofendidísima”. “Lo que no aguanto de nadie, a ella se lo perdono. Es más, le ruego que venga a dormir conmigo, aunque sé que va a ser una noche imposible”, explicó la mujer entregada.

Lo que no aguanto de nadie, a ella se lo perdono. Le ruego que venga a dormir conmigo aunque sé que va a ser una noche imposible. (Marisa, la humana que vive con Gatitus)

Los casos de personas que consagran sus días a sostener los caprichos y mañas de los felinos son moneda corriente: nunca es suficiente. Quienes comparten su vida con gatos están dispuestos a complacerlos en cualquier pretensión a cambio, tan solo, de una mirada de esos cautivantes ojos. Es el caso de Mariana, que hace homeoffice mientras el gato duerme encima de su brazo que se alarga, bajo el pelaje, intentando poder seguir escribiendo en la compu.

“El déspota toma la cocina por asalto –contaron Silvia y Pedro– y si hay pollo, mejor. No lo retamos ni nada parecido porque se ofende muchísimo y no nos da bola por un tiempo. Eso sería trágico para nuestros corazones”.

El déspota toma la cocina por asalto y si hay pollo, mejor. No lo retamos porque se ofende y no nos da bola por un tiempo. (Silvia y Pedro)

Aunque se destaquen por su independencia, tener un gato es toda una responsabilidad. Hay que brindarles bienestar físico y mental, es fundamental que cuenten con espacios acordes a sus necesidades: un lugar seguro donde puedan retirarse cuando se sienten amenazados, para esconderse y descansar –les suelen gustar los lugares en altura–. “Sr. Gato es el rey de la casa –cuenta Daniela, otra humana más que caracteriza al felino como alguien de la nobleza–. Se sube a la mesa y mira todo desde ahí. No le gusta que lo molesten, pero algún besito siempre liga”.

Dulce.

También es importante ofrecerles juguetes que simulen presas (ratones, plumas) y estimularlos a que hagan actividad física, así como proporcionarles distintos rascadores en la casa para que puedan dañarlos ya que al hacerlo consiguen varios beneficios: gastado de uñas, liberación de sustancias como las feromonas y la estimulación de la musculatura, entre otros. Si no, pregúntenle a Romina, que no había terminado de saldar el precio de su nuevo sillón y ya estaba completamente rasguñado por el trío que conforman Dulce, Pipo y Bimbo.

Pipo.

“¡Es un atorrante! Lo levanté de la calle hecho bola, agonizante, y ahora vive panza arriba. Tengo que empezarle una dieta porque está obeso”, contó Lucila, que vive en República Dominicana, adonde se llevó a Torito y Titina. 

Torito.

Las personas que viven con gatos saben que es un privilegio y, como tal, demanda responsabilidad y atención. Por eso es importante recalcar la importancia de la castración, al igual que las visitas a los veterinarios en forma regular. Tener completo el esquema de vacunación y colocar protecciones en balcones y ventanas de casas o departamentos. 

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También, dejarlos subir a la cama y meterse en la cuna de los bebés, que rasguñen todos los muebles, que den vuelta los potes de agua, que se coman las plantas y que tiren cualquier costoso adorno desde un poco de altura.

O bueno, tratar de que no lo hagan. El que lo haya logrado que comparta su experiencia.