Por Feminacida
La escena se repite y devela un modus operandi violento de trabajar en ficción que fue perpetrado por años. Un varón aprovecha su posición de poder y acosa compañeras en el ámbito laboral, lo disfraza como parte de la actuación, las mujeres se callan por miedo a ser descreídas o perder su trabajo. Los hombres simplemente callan y el violento busca su próxima víctima.
Hasta la denuncia de Thelma Fardin contra Juan Darthés, por abuso sexual cuando ella era menor y compartían elenco en Patito Feo, de eso no se hablaba. Quienes lo hacían, no eran escuchadas y eran acusadas de buscar fama, señaladas de locas o escandalosas. Pero el caso, que hoy retoma su curso judicial en los Tribunales de Brasil, marcó un antes y un después que habilitó que muchas otras mujeres pudieran hablar.
Así, actrices de distintos ámbitos rompieron el silencio y contaron situaciones de acoso que habían sufrido en sus espacios de trabajo.
Los círculos de violencia
“Todos creían que era un capricho tuyo”, decía el periodista Jorge Rial en una entrevista a Dignity Rivero, conocida en ese entonces como Calu. La actriz había trabajado con Darthés en la novela Dulce Amor, pero decidió irse por los maltratos de él. En ese entonces, nadie le creyó. Solo después de la denuncia de Fardin, a raíz de la cual muchas otras ex compañeras del actor empezaron a hablar, fue escuchada. “Sus hechos y sus excesos inapropiados me hicieron mucho daño”, aseguró Rivero. A ella se sumaron Anita Co, Natalia Junco y Griselda Sciciliani: de las cuales algunas darán su testimonio en el juicio.
Bajo al amparo del acting, la ficción y compenetrarse con el personaje, Darthés fue impune durante muchísimos años. Si bien su caso es particularmente burdo por la cantidad de mujeres que narran situaciones muy similares de su parte, está claro que no es el único de la farándula argentina que cometió abusos mientras era aplaudido como galán. Hay un sistema de privilegios y mandatos patriarcales que hace que estas vivencias se reiteren.
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Como si no fueran suficientes los privilegios por ser hombres, blancos y heterosexuales, estos personajes eran glorificados dentro y fuera de los sets. Hacia el interior, sus roles de figura y la complicidad con otros varones con puestos jerárquicos los mantenían impunes. Hacia afuera, eran presentados como los rompecorazones que toda novela necesita para cosechar fans y éxito.
Con un combo que refuerza la idea del macho ganador, se creaba un ambiente de total libertad para ellos y de desamparo para las mujeres que se enfrentaban a situaciones de violencia. Al igual que en otros ámbitos, como quedó en evidencia con el caso de Antonio Laje, en los medios de comunicación las lógicas machistas de maltrato se intensifican.
Más allá de Darthés
La posibilidad de romper con las cadenas de silencio hizo que actrices y trabajadoras del ámbito de la ficción pudieran repensar y desnaturalizar prácticas que vivieron dentro del set. Aunque algunas se animaron a decir públicamente experiencias de maltrato que habían sufrido, como Erica Rivas y Valeria Bertuccelli con Ricardo Darín, pocas llegaron a instancias judiciales.
Las más recientes, y de las más graves, son las denuncias que le hicieron al actor Fabián Gianola por abuso sexual, razón por la cual fue suspendido del sindicato de actores.
Como en el caso de Darthés, la cantidad de mujeres que apuntan contra Gianola es extensa. Judicialmente lo denunciaron Fernanda Meneses, Viviana Aguirre y Griselda Sánchez. Además, mediáticamente lo acusaron Andrea Ghidone, Dallys Ferreira, Celina Rucci, Luciana Salazar, Natacha Jaitt, Fabiola Yáñez, Mercedes Funes, Stefy Xipolitakis y la mujer que realiza tareas domésticas en la casa de sus vecinos.
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De la misma manera que Darthés, Gianola desmintió las acusaciones y se posicionó como víctima. “Lamentablemente me veo expuesto a una maniobra de fraude mediático, delito que consiste en elegir una personalidad notoria del mundo artístico o empresario y acusarla falsamente de una conducta antijurídica o bien sumarse a la falsa acusación planteada por una tercera persona, para obtener con ello notoriedad”, dijo en un comunicado.
Aunque a fines de diciembre la jueza que lleva su caso dictó la falta de mérito, la fiscal de la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM) apeló esa decisión. Tanto en su caso, como en el Darthés, la actuación ejemplar de la Justicia es clave para las víctimas que se animaron a hablar y para que otras encuentren un marco seguro para hacerlo: la lista de músicos y otras personalidades que cometieron acosos es infinita.
Mirá cómo nos ponemos
Solo a partir de la denuncia de Thelma Fardin, que necesitó de una red de acompañamiento para no pasar desapercibida, fue que se empezaron a desnaturalizar prácticas muy instaladas. Así como el #MeeTo puso un freno a las violaciones cometidas en sets bajo el disfraz de la actuación y desenmascaró a muchísimos actores de Hollywood, la pelea colectiva comenzó a tomar fuerza también en el país.
Los toqueteos, excesos, comentarios y escenas de desnudos sin cuidados para las protagonistas ya no pueden ser pasados por alto con la excusa del chiste, la buena onda y el big show, como si fueran sketchs de Olmedo.
Para que estas violencias lleguen a su fin es necesario seguir repensando y desarmando muchas de las formas de trabajar y relacionarse que están instaladas de antaño. Entre ellas, habilitar puestos de poder dentro de los sets a más mujeres y disidencias para que las decisiones dejen de ser tomadas solo por varones, que son quienes ocupan mayoritariamente posiciones jerárquicas, quienes además muchas veces forman parte del círculo de complicidad.
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Mientras deconstruimos prácticas y masculinidades arraigadas en una cultura de la violación, la creación de protocolos en el trabajo y la visibilización de situaciones de violencia contribuye a transformar esos lugares en ámbitos más seguros.
Pero sobre todo, es crucial seguir construyendo caminos colectivos y ámbitos de contención. Las mujeres denuncian cuando pueden, cuando lo sienten y cuando encuentran un contexto social que las acompañe. Los feminismos, la organización que llevó adelante Actrices Argentinas y la denuncia de Thelma fueron los primeros pasos que marcaron ese sendero.