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Columnistas

GPESI: militar la ESI desde las juventudes y en comunidad

Por Feminacida

Cuando Majo, de 21 años, piensa en cuáles fueron sus materias favoritas en la escuela, recuerda profesorxs que buscaban una manera lúdica de dar los contenidos. Durante su paso por la secundaria, un docente llevaba películas para abordar distintas temáticas y esas son las que más registra hoy en día.

Con esa premisa, y valiéndose de sus propias experiencias como herramienta, nació GPESI: un equipo de juventudes que trabajan en torno a la Educación Sexual Integral para promoverla y divulgarla de manera lúdica, interactiva y dinámica.

Nació en 2019 a partir de inquietudes y cuestionamientos de un grupo de jóvenes. Sin saber bien cómo llevarían adelante las ideas que tenían en mente, empezaron a trabajar para darse a conocer y debatir en torno a la ESI. Pandemia de por medio, aprovecharon la virtualidad para hacer crecer sus redes y así lanzaron el proyecto que ahora va mucho más allá de Instagram: ofrecen propuestas formativas; herramientas educativas como juegos, recurseros y cuadernillos; y hacen acompañamientos en distintos barrios.

Los métodos de enseñanza que más quedan son los que son diferentes al resto, cercanos a nuestras realidades y con sentido o contextualizados.

“Creemos en lo que hacemos y la idea es que llegue. Los métodos de enseñanza que más quedan son los que son diferentes al resto, cercanos a nuestras realidades y con sentido o contextualizados. Porque siempre recordamos eso a lo que pudimos ponerle sentido, reflexión, emoción o experiencia. Nosotres queremos que nuestro contenido llegue e impacte”, cuentan desde GPESI a Diario Con Vos.

Así, empezaron a capacitarse para poder formar a otrxs y pusieron en marcha el objetivo que se habían propuesto: impulsar promotorxs de Educación Sexual Integral desde las juventudes.

ESI…¿desde dónde y para quiénes?

Para presentarse, desde GPESI suelen decir que el movimiento empezó cuando se encontraron y dijeron: “La ESI no nos llega, no llega a los barrios. Hagamos algo”. Si bien todxs en el equipo coinciden en que sí tuvieron Educación Sexual, ninguno considera que fue integral.

Entre sus experiencias, recuerdan haber tenido una charla breve sobre cómo poner un preservativo, pero que llegó tarde: fue recién en el anteúltimo año de la secundaria. Nada les hablaron sobre los noviazgos, la diversidad corporal, el placer, las orientaciones sexuales ni los distintos tipos de vínculos posibles.

“Al empezar a compartir nuestros pensamientos y experiencias nos dimos cuenta de que eran muchas las desigualdades, violencias y vulneraciones que vivíamos o conocíamos. Ahí entendimos la importancia de la ESI para contrarrestar estas situaciones o acercar información y derechos”, señalan y hacen una salvedad: “Pero la ley ESI sólo alcanza a instituciones educativas formales, entonces quisimos construir una ESI desde un enfoque popular; para llevarla a todos los espacios y rincones donde haya comunidad”.

De acuerdo a sus propias vivencias y las que otrxs les habían acercado, a la mayoría de las charlas que habían tenido sobre ESI les faltaba información confiable con una perspectiva de derechos, que estuviera en un formato accesible y que no tuviera una mirada adulto céntrica. En pos de cambiar esas bases, pero con la convicción de que no todo está mal planteado -incluso, consideran que la Ley ESI de Argentina es única en Latinoamérica-, se propusieron ser partícipes del contenido y el cambio que creen necesario.

¿A qué espacios llega y a cuáles no? ¿A qué corporalidades representa? ¿Qué perspectivas o experiencias deja afuera? ¿Los contenidos son creados con una perspectiva popular o adulto céntrica? ¿Se tuvo en cuenta la accesibilidad? son sólo algunos de los lineamientos desde los que parten para pensar su trabajo. “A eso queremos y creemos que venimos a aportar. GPESI se nutre de otres, con otres y para otres, desde una forma horizontal y comunitaria”, manifiestan.

Un proyecto que deje atrás el adultocentrismo

Una fotocopia de hace veinte años o un tutorial exprés sobre cómo poner un preservativo en una banana ya no pueden ser el contenido que se les acerque a las juventudes para aprender sobre Educación Sexual. Y justamente porque no se lxs hace partícipes de la producción de esos contenidos, es que no se logra ofrecer herramientas adecuadas para ellxs.

Quienes conformar GPESI afirman: “Siempre se nos ha visto como personas sin conciencia y que no saben ni lo que quieren ni lo que hacen. Protagonizar este movimiento nos permite demostrar que esas afirmaciones son incorrectas: nosotres tenemos un montón para compartir y construir”.

Si bien el espacio está formado principal y mayoritariamente por jóvenes, fueron creciendo e incorporando nuevas alianzas con organismos de adultxs. “Es inevitable, pero también por suerte sucede. Cuestionarnos en torno al adultocentrismo es una crítica y un trabajo interno que hacemos, de no ir reproduciendo lo que tenemos aprendido”, señala Majo, una de las integrantes del proyecto.

En este tiempo se les unieron instituciones como el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género, Casa Fusa, Puerta 18, Enseñá x Argentina y la Open Society Foundations, entre otras.

Hace dos años, cuando tenía 24, Macarena Jensen se acercó a GPESI para formarse. Algunos de los motivos por los que lxs eligió fue por la horizontalidad que proponían y porque era gestionado por jóvenes. “Son muy importantes estos espacios porque se trabaja desde otro lugar, desde la escucha y la participación, con empatía. Está bueno que sean les jóvenes quienes lo llevan adelante porque se esfuerzan en proveer una educación más abierta y no tradicional”, asegura.

Propuestas

Memes, referencias a Capusotto, tik toks y hasta el famoso juego del rosco son algunos de los recursos que usan en su feed de Instagram para hacer llegar su contenido. Uno de sus ejes de trabajo es hacer llegar la ESI a través de propuestas lúdicas, lo que también se replica en sus ciclos formativos a los que se acercan, sobre todo, educadorxs, juventudes, referentxs barriales y profesionales de la salud.

El objetivo de estos espacios de formación es que quienes participan desarrollen herramientas colectivas para el abordaje y promoción de la ESI en los territorios en los que trabajan.

Además, cuando se empezaron a abrir actividades presenciales en la pandemia estuvieron en eventos como la Marcha del Orgullo o en actividades junto a organizaciones como Revelar, Preservarte, la Universidad de Río Negro y Casa Feminista, y llevaron juegos y ejercicios interactivos para poner en práctica.

“Lo lúdico y el juego nos iguala a todes y nos invita a participar de forma activa, construir sentido en igualdad, conocer otras realidades y miradas y revisar nuestras prácticas y vivencias con los lentes de la ESI. La ESI se trata de todo lo que nos compone como personas, es sumamente necesario atravesarla con todo el cuerpo, y en eso lo lúdico es la mejor respuesta”, concluyen desde el espacio.