Maximiliano Rusconi, abogado del exministro de Infraestructura de Cristina Kirchner, Julio De Vido, publicó una columna en Infobae donde reflexiona sobre cómo reivindicar las bases culturales y de la Justicia del mundo occidental. Y se pregunta "¿Cómo defender el principio de inocencia? ¿Cómo argumentar a favor de que la culpabilidad debe probarse y la inocencia no? ¿De qué modo hay que subrayar el escándalo de que se diga que en ciertos casos no hay que ser tan objetivo?".

Según Rusconi "cada vez se hacen más frecuentes los cuestionamientos contrarios a principios básicos en la Justicia penal. Por ejemplo, invertir la presunción de inocencia en la investigación de delitos de funcionarios públicos vinculados a la corrupción económica, entre otras garantías individuales fundamentales", escribe.

El abogado incursiona en "Una adecuada recapitulación del proceso de evolución histórica de los sistemas procesales". Con la intención de "rescatar dos vértices que, habiéndose consolidado en dos momentos históricos diversos, a diferencia de otras características, han soportado las inclemencias del paso del tiempo con cierta lozanía, más allá de que siempre estén inmersos en una evidente evolución."

En primer lugar, Rusconi habla de la etapa inquisitiva, que "se estructuró sobre la base del compromiso con la búsqueda de la verdad real o material como meta primordial del sistema procesal, y al proceso napoleónico, que se comienza a expresar en el abandono del Ancien Régime".

En este sentido, según el autor y abogado, a este régimen le debemos la instalación de un conjunto de garantías fundamentales como límites a la actuación del poder penal estatal; derechos y garantías que giran alrededor de la idea de dignidad del hombre: un sujeto que ya no puede ser instrumentalizado como órgano de prueba.

Continúa explicando que "los puntos de partida fundamentales, entonces, del sistema procesal por lo menos de cuño continental europeo son la búsqueda de la verdad real y límites ius humanistas".

La verdad es objetiva, es buena, es un objeto digno de investigación y es digna de ser cultivada por sí misma.

Aún cuando "la verdad como fin del proceso no ha pasado por una época de gran popularidad", Rusconi asegura que "ella inspira en las conciencias institucionales y cívicas una sensación de tranquilidad difícilmente reemplazable por otros mecanismos un poco más modernos."

El abogado presenta las ideas de Michele Taruffo, quien habla de cierto regreso a la verdad luego de alguna desorientación provocada por una “embriaguez posmoderna”. Además, Taruffo "nos recuerda que todo esto demuestra algo más bien obvio: no obstante las dificultades teóricas y la variedad de teorías, la verdad es objetiva, es buena, es un objeto digno de investigación y es digna de ser cultivada por sí misma" sostiene el doctor en la ley.

Además, según Rusconi ha habido etapas en la evolución cultural de la humanidad y de las instituciones en las cuales la sentida como imperiosa necesidad de buscar la verdad pudo opacar en su protagonismo al sistema limitador de la dignidad del hombre. Desde hace por lo menos más de dos siglos, esa tensión ha sido resulta culturalmente a favor del estado de derecho y sus principios garantizadores de la dignidad del hombre.

Sin embargo, a pesar de que haya triunfado la cultura ius-humanista, el abogado resalta que no hay que perder de vista que ese equilibrio debe reconstruirse y verificarse cada cierto tiempo. Y afirma: "Hace varias décadas que aparecen de modo cíclico excusas de cierta corrección política que debilitan el compromiso personal, institucional e incluso intelectual con la vigencia de los derechos humanos."

Modernizar el uso de la información y desarrollar una agenda de política criminal que haga eje en el diseño de modelos más inteligentes de investigación judicial. 

En este sentido, "hay que recordar que todavía hay mucho para hacer en el siempre complejo sendero de la eficacia en la reconstrucción histórica del hecho como para pensar en tomar el atajo de la lesión de garantías (nada hay más conservador que volver al pasado)", sostiene Rusconi.

Por otro lado, el autor, que indaga sobre la Justicia, señala que no hay que olvidar un dato de política criminal comparada: "los países en menor medida respetuosos del estado de derecho conviven a su vez con alta ineficacia judicial y sin embargo aquellos países más evolucionados en el resguardo del estado de derecho muestran además niveles razonables de eficacia en el sistema de administración del poder penal."

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Finalmente, concluye con la idea de que el camino siempre es "optimizar los sistemas de investigación de la Justicia". Y ello implica "modernizar el uso de la información y desarrollar una agenda de política criminal que haga eje en el diseño de modelos más inteligentes de investigación judicial."

Y enfatiza que "el camino nunca es confiar sólo en un relato y lesionar las garantías del acusado. Por lo menos a Torquemada no le ha ido bien según nos cuenta la historia universal. Volver a la Edad Media es siempre un problema (además del colmo del pensamiento conservador)".