Get Back, el Maratónico documental dirigido por Peter Jackson, vuela directo al corazón de uno de los momentos claves de la música del siglo pasado.
Por Santiago Gallo Bluguermann*
Ciento cincuenta y siete minutos. Para los estándares de atención audiovisual actuales es un montón de tiempo. Más si se trata de UN capítulo. Más si todo se reduce prácticamente a una locación y a algunas imágenes de archivo para acompañar. Más si el elenco es reducido. Y aun así el viaje es fascinante. Get Back, el documental sobre las sesiones de lo que luego sería Let It Be que Peter Jackson (director de El Señor de Los Anillos entre otras glorias) armó como un alquimista que acaba de encontrar la receta perdida para convertir el plomo en oro. Es un viaje a lo profundo de una banda en la plena creación de su glorioso final, lleno de tensiones, discusiones y portazos, pero que a la vez no puede dejar de ser genial prácticamente a cada paso. Jackson pasó 4 años mirando, restaurando y editando unas 60 horas de film inédito y unas 150 horas de audio que no habían visto la luz para redondear poco más de 8 horas finales.
El primer capítulo, que sobrevolaremos en este artículo (el resto quedará para ver en la plataforma Disney+ o donde lo consigan), es un esfuerzo que vale la pena. El episodio arranca con un rápido racconto de cómo los Beatles llegan a ser los Beatles y dónde estaban parados casi en el final de la década del 60 cuando arranca la historia en cuestión. La idea, bastante avanzada a nivel marketing para la época, consistía en grabar un disco nuevo, un documental del proceso y un show final con público para presentar el material. El asunto es que los Beatles no tocaban en vivo desde el 29 de Agosto de 1966. Y la idea de presentarse con gente otra vez genera más dudas que alegría. El lugar donde todo transcurre es en los estudios Twickenham, un inmenso set de filmación frío y acústicamente pobre. Los Beatles se amuchan en el fondo, alrededor de la batería de Ringo. Muy pegados uno al otro como si tanto tamaño les fuera ajeno. Paul y John (y Yoko) sentados frente a Ringo y George. La sensación de estar viendo un momento íntimo es casi instantánea. Por un rato ser intrusos en el instante exacto donde se está gestando un disco nuevo es fascinante no sólo por los protagonistas y las canciones que empiezan a aparecer sino porque justamente los 4 están bastante alejados del póster pese a que ya eran leyendas. Desgreñados, fumando sin parar, hacen chistes boludos y burdos, se bardean, se quejan por el audio del lugar y la calidad de los micrófonos… una banda en situación de sala de ensayo como cualquier otra.
Mientras el capítulo avanza la banda ataca tres frentes. Por un lado el de dónde hacer el show: por algún motivo al director del film original Michael Lindsay Hogg le parece una buena idea hacerlo en un anfiteatro iluminado por antorchas en Libia frente a “2000 árabes”, mientras que Paul propone irrumpir en el Parlamento y tocar hasta que los eche la policía y alguien sugiere un orfanato. Algunos intentan tirar para atrás la idea de la presentación que a esa altura es más una amenaza que un deseo. El segundo frente es el interno. Las tensiones son palpables desde el comienzo del episodio con un McCartney al timón, propositivo de a ratos y mandón en la mayor parte, explicando a cada uno qué tiene que tocar en determinado momento de una canción. El tercer frente al que la banda se entrega es justamente el de las canciones. Aún con la presión encima, el malhumor y los tironeos internos, los Beatles no dejan de ser geniales. De cada zapada salen líneas melódicas que quedarán grabadas en la memoria de generaciones futuras. Hay un tramo largo del capítulo donde la banda trabaja en la primera parte de Don´t Let Me Down. Buscan, re arreglan, descartan y retoman con un Paul insistente hasta el hartazgo, un George resignado que estalla y dice “decime qué querés que toque o si querés que toque, aunque no creo que sepas que querés” para luego resumir: “suena como la misma mierda de siempre”. Lennon escupe nafta al fuego: “me gusta la misma mierda de siempre”. Yoko, pegada como una sombra, se ríe. Ringo mira y no opina. Y mientras la tensión escala al máximo, un tipo cruza por delante de la cámara comiendo algo con un aburrimiento fatal.
Ese es el principal valor del documental: los infinitos mundos que coexisten mientras una banda crea y se desintegra a la vez. Si el extraordinario documental McCartney 123 nos muestra a Paul recordando sobre su propia leyenda y la de sus compañeros, Get Back nos muestra a la leyenda encaminada hacia el cenit de la gloria final antes de la implosión. Nacen canciones que no quedarán en el catálogo Beatle pero sí serán parte de los discos solistas post separación; se versionan algunos clásicos de Chuck Berry pensando en el bendito show; George presenta temas casi con vergüenza y nace la canción que da título al documental. Mientras esperan hastiados porque John no aparece, Paul agarra su famoso bajo Höfner y arranca con el riff. De a poco empieza a jugar con la línea melódica que se parece a la definitiva pero que no lo es aún. George mira casi sin querer intervenir. Ringo fuma ajeno. Al rato mete unas palmas como para hacer algo hasta que va a la batería y la cosa empieza tomar forma. Llega John y se suma con la guitarra y casi uno puede ver el oro Beatle nacer desde el barro.
El capítulo se hace largo y uno queda envuelto en el sopor de los ensayos interminables, no en vano Peter Jackson es famoso por larguero además de talentoso.
Hacia el final vuelve la discordia. George no resiste y se va. Abandona los Beatles con el famoso “nos vemos en los bares” y una nota en su diario personal. Da el portazo. Al resto no parece importarle mucho, se van a almorzar y siguen ensayando pero con el correr de las horas cae la ficha. Paul siente que la banda pende de un hilo y pregunta si volverá. Ringo dice que en una hora va a volver. Pero eso no pasa. George Martin se pregunta si hay que hacer el show igual. Alguien propone decir que se enfermó y seguir adelante. La imagen final es de John, Paul y Ringo abrazados proponiéndose ir a buscar a George para que recapacite. La consabida reunión no terminará bien y el destino de Los Beatles está marcado. Pero eso es historia de otro episodio.
El capítulo 1 termina en ese preciso momento y hay tanto para procesar que hasta suena como un alivio que la plataforma haya propuesto subirla de a partes y no completa de un tirón. Get Back es un viaje directo a uno de los momentos cúlmines de la historia de la cultura popular del Siglo 20. El momento exacto donde la creación y la desintegración coexisten en un duelo épico. Si en aquél 1969 el hombre dio un gran paso para la humanidad en la Luna, acá en la Tierra los Beatles dieron el propio para pasar a través de su propio universo hacia el amargo final.
*Periodista. Conductor de HaganCorrerLaVoz por undinamo.com