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Columnistas

La angustia de la perra salchicha ante el trasplante

Por Diego Rojas

Debo señalar que estos días se han caracterizado por el sentimiento de un profundo stress sufrido por mi perra salchicha Leni, sujeto animal de mi veneración incondicional. Debo confesar que el Incucai importunó nuestra vida cotidiana de juegos y paseos al informarme que el donante del órgano por el que aguardara durante años y años había finalmente aparecido y que debía trasladarme al Hospital Alemán para realizar la operación de trasplante. Ni hubo que aclarar que Leni no integraría los contingentes que intervendrían en el quirófano. Leni partiría chez mi hermana Claudia y mi sobrina Mariana, asumo que con todo el dolor de su alma salchicha.

Entiendo que al no verme por varios días se preguntó por mí: “¿Y mi papá dónde está? ¿Por qué no dejan a las perritas visitar a sus papás cuando ellos están en los hospitales?” Todo un programa político futuro para las futuras generaciones de perritos combativos.

 Una características de los trasplantes es que se suministra al paciente drogas inmunosupresoras, que bajan las defensas con el fin de evitar el rechazo del nuevo órgano pero que bajan al fin todas las defensas. En el folleto “Volviendo a casa”, editado por el Hospital Alemán, se lee: “Si bien no es absolutamente necesario sacar al animal del hogar, resulta indispensable evitar todo contacto con él”.

¿Por qué no dejan a las perritas visitar a sus papás cuando ellos están en los hospitales?".

¡¿Pero esta gente nos quiere matar a Leonor “Leni” Lenin Rojas y a mí?! Eligieron contrincantes que no se rinden. Primero la pobre Leni comenzó su proceso de desparasitación engañada por una jeringa en la que se vertió el contenido médico. Me dicen que su expresión fue de todo desagrado pero es un sacrificio que deberá afrontar para no deprimirse sin mi presencia. Comenzó el operativo atiborremos de vacunas a Leni. Digamos que sufrirá pinchazos a diestra y siniestra pero quién le quitará lo bailado una vez que pueda estar con su papá. Como sacrificio personal monetario he de comprar un ozonómetro, un artefacto que cada veinte minutos purificará el aire del departamento de San Telmo, matando bacterias, bichos y amenazas.

La sacrificada Leni empezará a usar un bozal con dos objetivos: el primero evitar sus manifestaciones linguales de afecto hacia mi y por otro lado, al pasearla por el barrio del sur, se evitará que lama orines, huela heces y como ventaja la salchicha de treinta centímetros de altura quizás logre infundir temor con su bozal a los amenazantes rotwailler del barrio que se lo pensarán dos veces antes de visualizarla entre dos pancitos de pancho.

Creo que estas medidas permitirán continuar nuestro romance canino-humano sin riesgos para el órgano trasplantado y con las ventajas del cariño de un hombre parado frente a una salchicha diciendo solamente que necesita amor.