Por Diego Rojas
Hoy las series acabaron con el programa con el que se proponían. No hay más Los sopranos o Six feet under, ni Breaking Bad ni siquiera Game of Thrones. Incluso The Americans -proponía una mirada diferente para ver la realidad o lo mismo sucedía que mostraba a unos espías soviéticos infiltrados en los Estados Unidos durante la guerra fría y sobre todo se debería considerar dados los hechos actuales a Homeland que parece seguir adelante con la derrota estadounidense en Afganistán luego de veinte años de ocupación.
Pareciera que la realidad acabó en las ficciones realizadas por los yankis. O ni siquiera sería necesario ser yanqui para acabar con esta realidad. La coreana El juego del calamar demuestra como se puede caer en la más profunda banalidad a la hora de plantear una ficción. Del mismo modo se plantea la Casa de Papel, una porquería frívola e intrascendente, que solo suma mayor denigración a la ficción televisiva actual que encima es musicalizada por el himno partisano Bella Ciao.
No se trata de que la ficción enumere los puntos que la unen con la realidad, pero si que la ficción tenga una serie propia respecto a su propia ficción. Quizás Netflix sea el culpable de todo esto sumergido en estudios de mercado y de opinión que permitirían la realización de este tipo de series. No hay nada más triste que ganar al espectador a través de estos mecanismos.
Por ejemplo la serie de Canal Trece la 1-5/18 es de las peores producciones realizadas hasta el momento en una villa, donde todos son blanquitos y los planteos conflictivos pertenecen más a un boliche de Palermo que al de un barrio precario de la ciudad. ¿Qué le pasa a la ficción televisiva que se ha vuelto tan poco potente? En cierto momento se había pensado en la televisión como un punto nodal, de transformación y de nueva realización de las ficciones.
Hoy todo indica que las ficciones en los libros y en el teatro continúan teniendo ese rol transformador que alguna vez se le había atribuido a las ficciones televisivas. ¿Hace cuánto que el lector no ve realizado ese programa alguna vez ideado como forma de la incidencia televisiva en hogares y sin embargo solo ve deposiciones de las grandes empresas que habitan en el distrito de Palermo?
Hubo un tiempo en el que Alfred Hitchcook tenía su propio programa en el que cada semana crímenes y misterios cobraban existencia y de ese modo ganaba el favor del espectador. Oh tiempos. Esperemos que vengan tiempos mejores, así como los religiosos esperan al Mesías, pero no en término religiosos sino en televisivos.