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Columnistas

Larreta, Massa, Manzur y Milei, el sueño húmedo de los mercados

Por Jairo Straccia

Mientras vuelven a sus oficinas que algunos no pisaban desde que arrancó la pandemia, los banqueros, financistas y operadores de eso que se llaman los mercados financieros empiezan a darse manija con un diagnóstico político que los entusiasma. 

A partir de los resultados de las elecciones primarias pero también a raíz de sus propias ganas de que ocurra, consideran que el país está a las puertas de un nuevo giro a la derecha, por resumir de algún modo un conjunto de políticas más ortodoxas en materia fiscal, con una mirada pro empresa y abierto al comercio mundial.

Se trata de una conclusión a la que llegan por el renacimiento de Cambiemos al imponerse en las PASO, la nueva integración del gabinete nacional con figuras del peronismo tradicional y el retroceso de las fuerzas más radicales en la coalición oficial dado el cachetazo en las urnas que recibieron las figuras de ese palo.

Pero sobre todo, también por la falta de financiamiento para las políticas audaces que pretendiera promover el Gobierno en los próximos dos años, un estado de cosas que se potencia con una escasez de dólares aguafiestas y se completa con la presencia ordenadora del Fondo Monetario Internacional, capaz de poner condiciones al ser la única canilla aliviadora de divisas.

Esperando al pelado

Para algunos que volvieron a almorzar en hoteles top en un todavía raleado Puerto Madero, el país estaría entrando en la fase “esperando a Larreta”. Aunque suene a ciencia ficción, la gira con aspiración presidencial de Horacio Rodríguez Larreta por Estados Unidos solo les terminó de confirmar lo obvio.

El jefe de gobierno porteño ya trabaja para ser presidente en 2023. Delegada la gestión porteña en el jefe de gabinete Felipe Miguel, por ahora no le entran balas ni cuando desaloja mujeres golpeadas y niños de una toma en el barrio 31 ni cuando hasta la Asociación de Magistrados lo cuestiona por una reforma que transforma a la Justicia de la Ciudad en otro ardid para demorar causas.

Gira por Estados Unidos: Horacio Rodríguez Larreta almorzó con Bill Clinton - LA NACION
Número puesto. Horacio Rodríguez Larreta estuvo con Clinton en EEUU, delegó la Ciudad y armó una mesa 2023.

El “pelado” -como lo mencionan los operadores- ya armó una mesa que piensa en el desafío de hacerse cargo del país. Es la comidilla de todos los que quieren imaginar un poco más allá de la coyuntura. En la City hablan por él desde Luis “Toto” Caputo, con su flamante consultora Anker, hasta Gabriel Martino, el ex CEO del HSBC clave en tiempos del endeudamiento de la gestión de Mauricio Macri, que resalta en charlas su amistad de 30 años con Larreta, mientras se vuelca a invertir en real estate en Estados Unidos y Uruguay.

Relajado por cómo avanza la campaña, el jefe de gobierno disfruta de buenos índices de popularidad e incluso se da tiempo para mantener charlas periódicas -¿clases?- con pensadores de la economía y la sociología, como Pablo Gerchunoff y Juan Carlos Torre, autores de libros muy mentados en el círculo rojo sobre lo complicado que es parar el huevo del crecimiento con baja inflación: “La moneda en el aire” y “Diario de una temporada en el quinto piso”.

La sola aparición de una eventual nueva etapa de Cambiemos -en la que encima hay que imaginarse una disputa interna donde a Larreta lo corran por derecha por la presión de la titular del PRO, Patricia Bullrich, o del ex presidente Mauricio Macri- hace a algunos creer incluso que eso podría mejorar un poco el panorama del resto del mandato de Alberto Fernández, que a esta altura entre el maltrato de los propios y la indiferencia de los ajenos se licúa en timbreos impostados.

Algunos creen un “efecto a la 2013”, donde la perspectiva de la no continuidad de Cristina Kirchner impulsó precios de bonos y acciones e hizo bajar el riesgo país, algo que ahora podría tener un límite porque los problemas estructurales del país para conseguir crecer siguen ahí y una inflación del 50% con pobreza en el 40% deja a años luz cualquier veranito financiero.

Lobby tucumano

Pero lo que ceba más a los financistas es que esa utopía promercado podría ser ratificada mucho más acá por el propio Frente de Todos. “Cuando ves el gabinete, te das cuenta de que leyeron que la gente demanda derecha”, dice un economista jefe de un banco internacional habituado a los ciclos argentinos.

La irrupción de Juan Manzur en el Gobierno como el nuevo motor de la gestión que busca el milagro ya dice mucho. No es sólo es un giro en materia de derechos de la mujer, de cambio de pañuelo verde a pañuelo celeste. La llegada del “menemcito”, como le puso el escritor de voz aflautada Jorge Asís, es un blend de todos los lobbys. 

Manzur, el gobernador elegido para un puesto clave - Télam - Agencia Nacional de Noticias
Con azúcar. Juan Manzur, el rescatista del Presidente que combina contactos farmacéuticos con lobby alimentario.

Es hombre de contactos con laboratorios nacionales pero también adalid de alimenticias que abrazan al ex gobernador de Tucumán, provincia azucarera por naturaleza. Todos recuerdan su trabajo incansable para frenar impuestos a bebidas azucaradas en 2017. ¿Alguien se imagina que impulse mucho la ley de etiquetado frontal estos días, por ejemplo? Para prestarle atención.

Si le fuera bien en sus días de rescatista del oficialismo, ¿quién podría bajarlo de sus pretensiones de ir como candidato en 2023? No tendrá facha en términos de belleza hegemónica, pero le sobran ganas y sobre todo apoyo de gobernadores que quieren aprovechar que Cristina Kirchner de golpe lo bendijo para plantarle cara en el armado peronista que viene.

El garante

En todo caso, imaginan los gurúes de las finanzas, las elecciones del 14 de noviembre podrían abrir otro escenario inesperado si todo eclosionara de nuevo en el Gobierno: la llegada de Sergio Massa. Es increíble cómo lo miran al presidente de la Cámara de Diputados, aún cuando quedó muy despintado en el rearmado tras la semana de trapos al sol entre el Presidente y su vice.

“Imaginate una combinación de una crisis interna con un dólar disparado por falta de reservas, ahí Sergio tranquilamente puede ofrecerse él para aterrizar el avión sin estrellarlo”, dicen de manera metafórica en otro banco estadounidense. Ya sea él mismo como superministro o tomando el control de la gestión a través de un Martín Redrado, con quien siempre dialoga. Entre economistas comentan que en algunas entrevistas de trabajo de la consultora Equilibra, de Martín Rappetti y Diego Bossio, se mencionó la posibilidad de integrar un eventual equipo técnico del massismo. En la firma lo desmienten.

Como sea, el tigrense es otro actor cuyo solo nombre alienta la imaginación de la banca. “Si el Frente de Todos no tiene ninguno de sus accionistas que salga victorioso de las urnas, Massa puede ser la voz que diga ‘el electorado pide derecha, así que señores, voy yo’”, fantasean los brokers que juegan a ser politólogos.

Su lectura es interesada e interesante a la vez. Dicen: “Massa le puede dar a cada uno lo que quiere a cambio de controlar la situación y luego ser el candidato presidencial”. Léase: acordar con una Cristina derrotada frenar sus causas en el futuro; ayudar a un Alberto desgastado a terminar su mandato sin caos; y todo con un guiño a los Estados Unidos, donde su carta de presentación últimamente es la misma: “ser la garantía de que el kirchnerismo nunca se radicalice”, explican en oficinas de Washington.

Sergio Massa: "Tenemos que aprender a debatir sin peleas ni rupturas" | El Destape
Piloto extremo. Sergio Massa, el hombre que EEUU valora como garante de que el kirchnerismo no se radicalice nunca.

El rol del extremo

En otro despacho de los que tienen terminales Bloomberg con todas las cotizaciones, alguien al borde del éxtasis completa el escenario con su idea de que todos están corridos a la derecha por el hartazgo de la gente que se ve en el crecimiento porteño de la figura del economista liberal excéntrico Javier Milei, que grita “viva la libertad carajo” y canta “la casta tiene miedo”. Como que tiró del mantel y todos quedaron sentados en lugares distintos a la mesa. “La rebeldía se volvió de derecha”, de Pablo Stefanoni, va por su quinta edición.

No le llevan mucho el apunte a que en realidad a nivel nacional la sorpresa es el crecimiento de la izquierda con más del 7% de los votos. Lo ven como algo “testimonial”, sin chances de llegar al poder, y siguen con la masturbación del regreso de los tiempos market friendly. Tal vez tengan razón aunque de carambola. En el grueso de los países están ganando los que no están en el poder. Más allá de que sean de derecha o izquierda, sencillamente el enojo por la crisis y la pandemia hace votar al opositor.

Tampoco les importa mucho la rigurosidad. Se trata de banqueros. Financistas. Operadores de la City. Gente que todo lo mira por su impacto en los precios de los activos en los que pusieron o pueden poner su plata. Se ceban y sólo necesitan un relato que los convenza por un tiempo, aunque cuando abrís el zoom son medio ridículos: hace seis meses su guión era el camino indefectible del país hacia Venezuela.

Advertencia final: la Argentina es un país donde las euforias financieras chocan con las posibilidades reales de la política y las euforias políticas chocan con los límites que imponen las restricciones financieras.

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