Britney Spears contó en sus redes sociales que se casará con su pareja, el modelo iraní Sam Asghari. Frente a este anuncio, sus fanáticos inundaron su perfil de Instagram instándola a proteger su fortuna de 60 millones de dólares cuando se casara.

La cantante de "Toxic" compartió un video en su cuenta de Instagram en el que luce su anillo de compromiso, junto a su pareja, que la acompaña desde hace cinco años. "¡No lo puedo creer!", comentó la artista.

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La preocupación de los fans

Los fans de Britney llenaron su publicación con mensajes instándola a firmar un acuerdo prenupcial para proteger su patrimonio. Varios fanáticos incluso llegaron a llamar a Asghari “el próximo K-Fed”, haciendo referencia al ex marido de Spears, el bailarín estadounidense Kevin Federline, con quien comparte a sus hijos Sean Preston y Jayden James, de 15 y 14 años, respectivamente.

Entre los fanáticos preocupados se encontraba la ganadora del Oscar, Octava Spencer, quien le escribió: “Haz que firme un acuerdo prenupcial”. La estrella de Hollywood eliminó el comentario, pero muchos fanáticos están mostrando su apoyo al mensaje que le envió, especialmente en medio de todos los problemas legales y financieros de Britney recientemente.

Un fan tuiteó: “¡Estoy con Octavia al 100%! Mucha gente se ha estado aprovechando de Britney. Desde Kevin, su padre, los abogados. Si él realmente la ama, él mismo solicitaría un acuerdo prenupcial “. Otro seguidor escribió: “Ella solo trata de asegurarse de que nadie vuelva a tocar el dinero de Britney”.

La respuesta del prometido

“¡Gracias a todos los que están preocupados por el acuerdo prenupcial!”, Asghari escribió sarcásticamente en su historia de Instagram el lunes. “Por supuesto que vamos a hacer un acuerdo prenupcial de hierro para proteger mi jeep y mis colecciones de zapatos en caso de que ella me deje algún día”, continuó, agregando dos emojis de llanto y risa.

Spears y Asghari se conocieron en 2016 en el rodaje del videoclip Slumber party de la cantante, en el que ambos tuvieron que esperar 20 minutos. “Teníamos que grabar una escena en la que yo caminaba desde el pasillo hasta la cama de la habitación y tuvimos que esperar unos veinte minutos entre toma y toma, por lo que nos vimos forzados a hablar el uno con el otro”, recordó en una ocasión la autora de Toxic.