Entre tantos años de música, los Rolling Stones han acumulado un sinfín de anécdotas. Una de las más divertidas la protagonizó el baterista Charlie Watts, quien falleció este martes.

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Watts siempre mantuvo su perfil bajo pero eso no significa que no se haga respetar entre sus compañeros de banda. Cuenta la historia que una noche de 1984, mientras la banda se encontraba de gira, Mick Jagger y Keith Richards estaban tomando unas copas en un bar de Ámsterdam, cuando a eso de las 5 de la madrugada  deciden regresar al hotel.

Jagger estaba eufórico por su última presentación y padecía lo que Richards llama “Síndrome del Vocalista Líder”, según su libro de memorias Life, en el que se cuenta esta historia. Extasiado, el cantante levantó el teléfono, marcó el número interno de la habitación de Charlie y viendo que éste no le atendía la llamada, empezó a gritar en el pasillo del hotel exigiendo por su baterista.

"¿Dónde está mi maldito baterista? ¡Mové el culo y vení para acá!", gritó Jagger por teléfono cuando Watts le atendió semi dormido.

Como lo cuenta Richards: "Ahí estaba Charlie Watts, con un traje de Savile Row, perfectamente vestido, corbata, afeitado, todo eso. ¡Podía oler su colonia! Abrí la puerta y ni siquiera me miró, pasó directamente a mi lado, y fue donde estaba Mick".

El baterista tocó la puerta. Mick la abrió y sin mediar palabra recibió un golpe en la cara que lo dejó tirado en el piso. Keith atinó a mirar con cara de desconcierto a Charlie preguntándole por qué le pegó semejante trompada a Mick. La respuesta fue corta: "Nunca vuelvas a llamarme ‘tu baterista’. En todo caso, vos sos mi maldito cantante’".

Años más tarde el batero confirmó la frase y la anécdota a la web inglesa NME, aclarando "yo también estaba ebrio".