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Columnistas

El hombre que curioseaba demasiado

Por Jonas Schuvaks

La mitad fantasma, el último libro de Alan Pauls (Literatura Random House), nos propone adentrarnos en la contradicción entre un mundo que nos resulta familiar y a la vez se nos vuelve desconocido. La novela es una extensa descripción de Savoy, un hombre cincuentón que se siente descolocado por su alrededor. ¿Y qué lo descoloca? Ese sitio que implica de por sí un fuera de lugar: internet, la posibilidad de estar en todas partes sin estar con el cuerpo en ninguna. El personaje no puede evitar que esto le genere rechazo y al mismo tiempo atracción.

Al comienzo del libro, el protagonista gusta de visitar casas que se ofrecen en venta o en alquiler, sin intención de comprar o alquilar ninguna, solo por ver esos hogares de gente desconocida. Luego, termina perfeccionando su hobby a través de una plataforma de compraventa online. A pesar de no trabajar, Savoy no tiene necesidades económicas, por lo que adquiere cualquier cosa a cualquier precio con tal de retirarla en la casa del vendedor y ver, al menos por unos instantes, ese mundo diferente, esa otredad.

Hasta que conoce a Carla, una mujer que cuida hogares ajenos cuando los dueños deben viajar. Entonces se pone en jaque esta aparente apatía que el protagonista tenía hacia la posibilidad de un encuentro. ¿Qué sucede con el cuerpo de un hombre de otra generación que debe convivir con ese ser y estar en dos tiempos y en dos lugares que implica internet? ¿Qué hacer cuando tiene que distanciarse de una mujer y ya no son cartas, sino Skype lo que puede conectarlos?

El autor busca exponer estas contradicciones con cierto anacronismo entre forma y contenido.

Además de desarrollar el problema en la descripción, el autor busca exponer estas contradicciones con cierto anacronismo entre forma y contenido. Por un lado, se plantea un tema bien contemporáneo como el de la virtualidad. Sin embargo, al mismo tiempo, el estilo, con reminiscencias proustianas, nos propone una lectura larga, a través de oraciones extensas, que juegan con tangentes y vuelven, a veces mucho más tarde.

El libro no gira alrededor de un conflicto central que deba resolverse, sino que es una descripción de un hombre en una etapa de su vida. Esto genera que el acercamiento al texto sea desafiante, algo impropio para lectores acostumbrados a lo efímero del siglo XXI. Sin embargo, quienes sean pacientes y se animen a dejarse llevar por una lectura que no pretende ir hacia un lugar específico, sino desenvolverse en estas contradicciones, tendrán una experiencia literaria diferente.

A los que les interese esta problemática, es interesante destacar que el tema del no-lugar de la web está comenzando a emerger en diferentes libros de la literatura argentina de los últimos años. Otras novelas que lo abordan desde distintas aristas son Fuera de lugar, de Martín Kohan (Anagrama, 2016) y Kentukis, de Samanta Schweblin (Literatura Random House, 2018).