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Columnistas

¡Se fueron todos! ¿Y ahora, quién podrá ayudarnos?

Por Diego Rojas

Son días extremos para cualquier persona sensible. Asistimos a acontecimientos que nunca habríamos imaginado. Tal vez esté sucediendo un terremoto que vaya a culminar con la era occidental, tal cual la conocemos.

Digamos Messi. Si bien quiero aclarar al lector que no soy un fan del fútbol, sé desde su primera existencia que Messi es el mejor jugador del mundo. 

Una digresión: en el transcurso de mi vida desde la infancia, el mejor jugador del mundo era Maradona, se escuchaban anécdotas sobre personas en Argelia a punto de ser asesinadas, pero que decían “Maradona” y el hipotético homicida entonces lo abrazaba, y así. Cuando me enteré que había otro mejor jugador del mundo argentino, debo confesar que desconfié. Fin de la digresión. 

Bien, a lo largo de 20 años en el Barcelona, Messi demostró que había otro mejor jugador del mundo argentino. Y que era él. 

A lo largo de 20 años en el Barcelona, Messi demostró que había otro mejor jugador del mundo argentino. Y que era él

Mi padre, que sabe que poco sé sobre un deporte en el que once personas persiguen a una pelota, me hacía ver sus partidos, sus goles. Como si fuera un hijo o una mascota, con el paso de los años le tomé cariño. A Messi. A mi padre me tomó un par de años más tomarle cariño, y quizás los goles de Messi no estuvieron por fuera de esa función.

Ahora, ya no más. ¿No es un poco cruel? Messi tiene 34 años, es decir, está en el final de su carrera deportiva. “Chau, amigo, gracias por los servicios prestados” suena a poco. Igual, todos lo sabemos, pase lo que pase nuestro jugador podrá recorrer los siete mares en su propio yate, todos los cielos en su propio avión, todas los ríos comiendo pacú a la parrilla traído especialmente desde Rosario, su patria chica.

Luego

¡Rial se va de América! El fundador de Intrusos en el espectáculo, hombre odiado y amado a la vez, figura polémica, se va de su canal histórico. Debo confesar que uno de mis libros de cabecera, junto a las obras de Borges, Kafka y Benjamin -ah, olvidaba a Marx, Lenin y Trotski- es Polvo de Estrellas. Se podría decir que es un Truman Capote devaluado, pero es nuestro Truman Capote. Bien, se va. ¡Qué miedo! ¿Qué va a pasar?

Y encima Tinelli tiene los más bajos ratings de su historia. Recuerdo que cuando empezó en Videomatch mis padres lo veían en la tele hogareña y yo reclamaba ver la CNN para despotricar contra los bombardeos yanquis en Irak. En fin, debo decir que Tinelli y los Estados Unidos ganaron esa contienda hogareña. Pero parece estar en declive. La televisión desde hace treinta años se introduce en una encrucijada.

La televisión desde hace treinta años se introduce en una encrucijada.

Bueno, temblor y pavor. Sin embargo, creo yo que debemos acostumbrarnos a estos cambios radicales. Que empiezan por una canchita de fútbol y luego siguen por programas y figuras televisivas.

Habrá una revolución social, lo puedo asegurar. Si estos pequeños cambios nos asoman al abismo, bueno, ¿qué decir? Agarrate, Catalina.

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Está pasando