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Columnistas

Cambia todo cambia

Por Manuel Sierra

Cuando el presidente Emmanuel Macron de Francia, se dirigió a la población gala con un mensaje directo a quienes se niegan a vacunarse, los franceses reaccionaron y cerca de un millón de personas solicitaron la vacuna en menos de 24 horas.

Tal vez sus palabras sensibilizaron a los pragmáticos cuando dijo: “Ya no tengo ninguna intención de sacrificar mi vida, mi tiempo, mi libertad y la adolescencia de mis hijas, así como su derecho a estudiar adecuadamente, por quienes se niegan a vacunarse. Esta vez se queda usted en casa, no nosotros”, y  sus dichos alcanzaron en gran medida el efecto buscado: que la gente se vacune.

En definitiva, Macron anunció que las restricciones comenzaran a pesar sobre los otros, los que por razones incomprensibles en el país de Louis Pasteur dudan en utilizar la única arma disponible contra la pandemia, la vacuna.

A partir de ese momento, en Francia, quienes no se vacunen ya no podrán ir a restaurantes, cafés, cines y museos, ni subirse a aviones o trenes, y además tendrán que presentar una prueba negativa en muchas situaciones cotidianas, que dejará de ser gratuita.

Contra lo imaginado, no hubo marchas en las calles reclamando por los derechos civiles de aquellos que no quieren inocularse.

Es Francia, “un país serio”, donde según alguien dijo “se respira libertad”. Y yo agregaría que también se respira “sentido común”.

Es Francia, “un país serio”, donde según alguien dijo “se respira libertad”. Y yo agregaría que también se respira “sentido común".

En el mientras tanto, en Argentina seguimos discutiendo si el plan de vacunación realizada en nuestro país es la resultante de una estrategia geopolítica o si es producto de la falta de los recursos políticos y económicos que padecemos desde hace tantos años y que nos dificultaron acceder a todas las vacunas disponibles.

Refugiarnos en el Somos argentinos ya no debería ser una excusa valida. Sin dudas valemos mucho individualmente, pero por alguna desinteligencia psicológica no lo podemos hacer en conjunto, como sí sucede en otros países que tienen grietas tan profundas como la nuestra.

Lo cierto es que de una u otra manera las casi 40 millones de vacunas que hoy se encuentran en nuestro país permiten pensar en la proximidad de la reanudación de la actividad turística que permita la sustentabilidad del negocio y la recuperación de los puestos de trabajo, algo que significa mucho para las economías regionales.

Las casi 40 millones de vacunas que hoy se encuentran en nuestro país permiten pensar en la proximidad de la reanudación de la actividad turística.

Y así, de alguna manera acercándose al modelo del presidente francés, Emmanuel Macron, se  comienzan a ver acciones que favorecen a aquellos que ya se vacunaron tratando de incentivar a los que aún no lo han hecho.

Si bien nuestro país posee una cultura vacunatoria que arranca antes del colegio primario, es cierto que muchas personas declinan la inoculación gratuita por desconfianza a los resultados en el tiempo.

En cualquier caso, la mayor cantidad de vacunados nos acerca a la tan ansiada vieja normalidad que nos permitirá volver a viajar mas rápidamente y con menos restricciones.

Algo que estaríamos necesitando los viajeros del mundo casi como una necesidad fisiológica.

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