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Cultura & Espectáculos

Pompeyo Audivert: "El streaming no me va, el teatro es un ritual de la presencia"

Por Andrea Ruggieri

El subsuelo del Centro Cultural de la Cooperación se va poblando lentamente de personas felices por reencontrarse con la experiencia arrolladora que significa el teatro. Afuera, un frío tremendo, producto de una ola polar que durará toda la semana, impera en la ciudad. Adentro, se apagan las luces. El sonido de un chelo abre paso a una obra donde lo sobrenatural, la posesión y el destino se cruzan y estallan.

Unos días después, también con la ciudad congelada como atmósfera, Pompeyo Audivert, el actor y director de Habitación Macbeth, recibió a Diario Con Vos en un estudio donde el clima era otro: agradable, silencioso, bien iluminado. 

Con un lenguaje preciso y afilado, Audivert contó cómo fue el proceso creativo para meterse en este intenso unipersonal. Además, aportó una lectura reflexiva de la actualidad, los medios de comunicación y la política.

–Habías empezado a adaptar Macbeth para seis actores y actrices, pero decidiste darle lugar a un unipersonal donde interpretás a todos los personajes. ¿Por qué?

–Hace mucho tiempo venía con la idea de hacer una obra que revelase una condición del teatro: la reencarnación que significa suspender la propia identidad para hacer de otro. Presentía que esto podía ser algo más salvaje con varios personajes. Un fenómeno más esquizofrénico, si se quiere. Tenía que ser alguna obra muy conocida. En eso estaba, cuando la pandemia me llevó a mi casa de Mar del Sur y me redujo a mi propio cuerpo como único habitáculo. Ahí resolví darle curso a esa fantasía y hacerlo. Tenía preparada la adaptación de Macbeth para seis actores y pensé en tomarla por ser tan potente, sobrenatural y metafísica. Así que la adecué para uno solo y me la memoricé en las playas.

–¿Qué buscabas? 

–El propósito de este proyecto es mostrar que la identidad histórica es ficcional. Me da mucho placer hacerla porque siento que se exponen facultades mías de actuación menos civilizadas. Este es un momento en el que la actuación está en una función de espejo complaciente, la sociedad mira sus crisis y sus asuntos en el teatro y no va más allá. Esta obra es un piedrazo en ese espejo.

Hoy la actuación está en una función de espejo complaciente: la sociedad mira sus crisis y sus asuntos en el teatro y no va más allá". 

–Aunque dirigís la obra, también elegiste poner el cuerpo...

–Quería meterme en esa complicación y poder estar habitado por distintos personajes. Uno sabe que está viendo Macbeth, pero no tiene dudas de que eso pasó a través de un solo cuerpo: es algo contradictorio y a la vez atractivo. Me sirvo de la obra de Shakespeare para satisfacer una necesidad de artista más demencial, pero a la vez esas necesidades están de acuerdo. También están mis deseos de dirección que tienen que ver con situarme en este contexto de pandemia, de crisis existencial, de derrumbe del mundo. La obra habla del crimen y del poder en un solo actor, como si fuera un teatro del fin del mundo. El edificio del teatro queda reducido a un solo cuerpo. Es un concepto de dirección que me doy el gusto de poner a funcionar.

Me sirvo de la obra de Shakespeare para satisfacer una necesidad de artista más demencial en este contexto de derrumbe del mundo".

–La obra se estrenó a principios de año y hubo que frenarla durante tres meses. ¿Cómo lo viviste?

–Fue una tragedia. La idea del streaming no me va porque el teatro es un ritual de la presencia, justamente. No me parece que esté mal, pero a mí no me sirve. Me produjo mucha angustia salir de la inercia de la inacción en la que estaba para volver a poner todo en posición. Después de un gran esfuerzo logramos resituar el material y reestrenamos. Casi que el tiempo que pasó le vino bien. Las obras, cuando se detienen, capturan algo: es como el guiso que uno guarda y recalienta.

–¿Vas a salir de gira?

–Ni bien pueda. Le viene muy bien a esta obra, además es un equipo de cuatro. Pero ahora tengo que agotar acá, en el Centro Cultural de la Cooperación, porque el espacio es hermoso.

Foto: @tortonesi.ph

Macbeth no se banca la espera para llegar al poder y se transforma en un asesino compulsivo, activado por la predicción de las brujas. ¿Te llamaba la atención ese cambio abrupto? ¿Descubriste qué fuerzas operan ahí?

–Supongo que son constantes de una identidad que no se ha manifestado pero están latentes a la espera de  alguna fuerza que las desencadene. Me llaman la atención algunos periodistas o artistas que eran referentes progresistas y se han dado vuelta como un guante volviéndose unos fachos irredentos. Me fascina pensar qué será lo que sucede para que se den estos cambios. Y pienso que ellos siempre fueron eso, solo que las corrientes históricas en las que estuvieron eran favorables a otros posicionamientos y, por ser personas talentosas, no tuvieron problemas en inscribirse en esas versiones ficcionales de ellos mismos. Ahora, por otras circunstancias, aparece la verdadera identidad. No le pasa a todo el mundo, porque en general los seres somos consecuentes a lo que sentimos pertenecer. Pero hay otros que no. 

Me llaman la atención algunos periodistas y artistas que eran referentes progresistas y se han dado vuelta como un guante volviéndose unos fachos irredentos".

Los medios de comunicación y su "peligroso" discurso

–¿Cómo ves la televisión actualmente?

–Es el órgano sexual del capitalismo. Es una máquina devoradora y envenenadora de subjetividades colectivas. Es algo peligroso. Incluso en la forma de Netflix en donde el imperio opera su influjo sin intermediación. Hay dos o tres series valiosas, el resto son una porquería. Es otra forma de distorsionar la realidad y la percepción de la gente. Ni que hablar de los medios captados que bajan línea a escala local. La tele te abduce, nos detenta. Está ese frente histórico que se invisibiliza y dice no ser y en realidad está operando todo el tiempo. De todos modos hay una zona de la ficción que no es mala. Yo he trabajado haciendo cosas muy atractivas. Pero está cada vez más lateralizado.

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–Cuando Lady Macbeth dice "cuchillos y sonrisas: estamos haciendo política" ¿retrata la "espectacularización" de los políticos?

–Hay un vaciamiento del concepto político. En realidad la política es compleja, es un espacio de discusión donde se dirimen posiciones muy concretas. Los medios dominantes están banalizándolo, hasta el punto de que los candidatos que empiezan a aparecer son de lo más extraños: empresarios, un médico, un cómico. Los medios dominantes son fundamentales para esta antipolítica que es muy peligrosa. Todos esos programas donde directamente inoculan miedo a la población con versiones mentirosas de la realidad.

–¿Cuál es el peligro?

–Los políticos no son actores. Nuestra tarea es poética, curiosa, metafísica. La tarea de ellos es distinta. En muchos casos es noble, pero cuando están al servicio de intereses que son particulares y no sociales, deja de serlo. Los que están al servicio del pueblo se parecen más a los actores porque están inscriptos en algo más de conectar todo con todo. La frase "La patria es el otro" es una consigna poética.

Hay procedimientos espantosos como el lawfare. Si vuelven 'estos', la pérdida puede ser irrecuperable".

–En su momento declaraste: "en el baño soy anarquista, en la cocina soy trotskista, en el comedor soy socialista y en la vereda apoyo a Cristina". ¿Adónde le toca estar a Alberto Fernández?

–Esa es mi identidad. En la medida en que voy saliendo de la zona de idealismo donde no tengo que confrontar con nadie, que sería el baño, voy teniendo que ceder posiciones. En la vereda, las condiciones históricas me imponen la posición que tengo que apoyar: hoy es a Alberto. Porque básicamente enfrente tenemos un enemigo espantoso que tiene mucha banca de arriba, de la embajada, la CIA, incluso fuerzas que son más misteriosas. Es un enemigo mañoso muy difícil de enfocar, que no asume ninguna discusión y baja una línea en donde toda América Latina está inscripta. Hay procedimientos espantosos como el lawfare. Si vuelven "estos",  la pérdida puede ser irrecuperable. Todavía hoy tienen el tupé de seguir discutiendo si es verdad o mentira el lugar adónde nos llevaron. Tomaron el poder en un momento donde estaba todo bárbaro, bajo el potencial de que todo se iba a ir a la mierda. Ahí se ve lo peligroso del discurso de los medios.

Habitación Macbeth

Actuada y dirigida por Pompeyo Audivert. Música original de Claudio Peña.

Los sábados a las 20 hs. y los domingos a las 19 hs. en el Centro Cultural de la Cooperación.

Informes y reservas: 5077-8000 www.alternativateatral.com

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