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Columnistas

Su modelo de país va en camino

Por Jairo Straccia

¿Qué tienen en común un repartidor de Rappi y el ex ministro y empresario todoterreno José Luis Manzano? ¿Dónde se conectan un gastronómico que perdió el trabajo y ahora hace arreglos a domicilio con los farmacéuticos Hugo Sigman y Marcelo Figueiras? ¿En qué punto se rozan una familia que vende viandas a domicilio para sortear la malaria con los que pelean para intentar quedarse con Telefónica de Argentina?

Pocas veces como en esta última semana se combinaron la publicación de datos económicos y sociales con hechos del mundo de los negocios que un poco pintan el paisaje que se va conformando en la Argentina con el correr de los años. Un escenario con relaciones laborales cada vez más colgadas del pincel que convive con los mismos mecanismos de siempre de acumulación de dinero y poder por parte de los que acceden al guiño del Estado. 

Ahí, escondido entre los números de la desocupación que dio a conocer esta semana el Indec, Luis Campos, el economista de la CTA Autónoma que es una de las personas que mira con mayor obsesión el mercado laboral, marcó en su cuenta de Twitter un dato estructural que te caga el fin de semana: el 24,4% de los ocupados trabaja por cuenta propia. Es decir que una de cada cuatro personas con empleo la pelea por las suyas. 

Un escenario con relaciones laborales cada vez más colgadas del pincel que convive con los mismos mecanismos de siempre de acumulación de dinero y poder por parte de los que acceden al guiño del Estado. 

Podría ser el sueño del emprendedorismo a la Endeavor, esa organización en la que los millonarios financian a los que sueñan con pegarla a la Silicon Valley: una app o un algoritmo que te uberiza el mercado de las perchas y que en cinco años vale US$ 1000 millones. Algo así como el país de los Mateos Salvatos creando aplicaciones para romperla. O tal vez podría ser el paraíso de los profesionales del diseño y la creatividad que venden sus servicios alrededor del mundo encima aportando divisas a la economía.

Pero no.

A pedal

El ministerio de Trabajo de la provincia de Buenos Aires multó el miércoles pasado a las empresas más populares de reparto a domicilio por las condiciones laborales en las que se desempeñan los trabajadores de ese sector, que en todo el mundo están en un desamparo regulatorio que se empieza a corregir a fuerza de fallos judiciales, sindicalización. Y porque además la sola exposición de cuánto trabajan y lo poco que cobran deja mal parada a cualquier multinacional que quiera parecer cool en sus avisos en redes sociales o durante los partidos de la Selección.

La cartera laboral bonaerense relevó que la mayoría de los todavía llamados “colaboradores” para borrar la responsabilidad empleadora están en promedio 9 horas por día arriba de la moto y la bici y que el 70% trabaja de lunes a lunes aunque se suele presentar como una oportunidad de empleo part time. Obviamente, además, se constató que el 97% no tiene cobertura alguna ni de salud ni de riesgos del trabajo. Se calcula que al menos 50 mil personas se desempeñan en esas plataformas.

¿Es mejor que exista ese empleo a que no exista ninguno? Obviamente. Pero ese no es el punto. ¿Es el tipo de empleo que un país busca que se genere masivamente? ¿Es el tipo de empleo que les espera como puerta de entrada a los más jóvenes? ¿Es una salida temporal mientras se está gestando un modelo de país con su consiguiente perfil educativo acorde? Está difícil de responderlo con énfasis y entusiasmo.

También en los últimos días, la Cámara Argentina del Software publicó que hay unos 15000 puestos de trabajo que no puede cubrir porque no encuentra más personal capacitado. El mundo de los desarrolladores seguro no es la panacea por más de que en el último año y medio sean de los pocos sectores que le ganaron a la inflación, pero la pregunta vale: ¿por qué el país genera más candidatos a rappitenderos que posibles creadores de la app que le compita, ponele? 

¿Por qué el país genera más candidatos a rappitenderos que posibles creadores de la app que le compita, ponele? 

Lo mismo si uno piensa en el boom de las búsquedas de puestos de servicios para el exterior que proliferan de la mano de la licuación de los salarios medidos en dólares. Golazo que vengan. ¿Pero ése es el cuadrante para el que estamos? Tal vez si. ¿Y el sueño del empleo industrial calificado y con protección social? Otro día lo hablamos, pero ¿hasta dónde se puede pensar en que ahí haya una demanda grosa de operarios si te corre la robotización?

Me pongo en modo Black Mirror: ¿De que van a trabajar nuestros hijos? ¿Qué sectores se podrían potenciar para resolver el cubo mágico del crecimiento sostenido, la generación de dólares y el empleo de calidad en este mundo con todas las piezas por el aire? Quizás estamos en el momento Lionel Scaloni del desarrollo: como con el equipo nacional de fútbol, seguimos pensando que estamos para más pero ahora que podemos comparar en tiempo real con la Eurocopa, vemos dónde estamos parados, y con un técnico que llegó de rebote y mil quilombos organizacionales -tipo Alberto y el Frente de Todos- entendemos que hay que  rearmar todo y arrancar de nuevo.

Movilidad social empresaria

Lo loco es que mientras se diluye aquella Argentina donde se conseguía un puesto de trabajo bien pago como puerta de entrada a un nuevo estrato de la sociedad, estamos viviendo momentos de definiciones en el capitalismo que supimos conseguir. Se están abrochando o están camino a cerrarse negocios que pueden hacer subir de nivel, pasar a ligas mayores, a figuras de nuestro tan variopinto Olimpo corporativo local. Acá, las cuatro operaciones de la movilidad social empresaria en juego por estas horas:

1

Lo de Manzano, da para un libro. El ex jefe de bloque de Diputados del peronismo en los ochenta y ex ministro del Interior del gobierno de Carlos Menem en los 90 dejó la política a los 31 años y tejió una red de contactos con el mundo financiero en Estados Unidos que enlazó como nadie con el barro local para crecer en medios y energía. Esta semana obtuvo su certificado de poder real: consiguió que le aprobaran su desembarco en la mayor distribuidora eléctrica del país, Edenor, un ok que llega desde el mismo Estado al que le tiene que pedir plata para los sueldos y con el que tiene que renegociar la deuda por la electricidad que no paga por los aumentos de tarifas que no le da el mismo Estado. Junto con su socio eterno Daniel Vila y un sinfín de gente que lo merodea, la pregunta es si va por más: No. Manzano apunta a distribuidoras de gas como Litoral Gas o Metrogas, donde ya es accionista, e incluso quiere tomar el control del diario económico El Cronista Comercial.

Manzano apunta a distribuidoras de gas como Litoral Gas o Metrogas, donde ya es accionista, e incluso quiere tomar el control del diario económico El Cronista Comercial.

2

Por detrás de la gestión de la pandemia y en medio de la urgencia del país por conseguir vacunas, el posicionamiento de empresarios argentinos como Hugo Sigman y la familia Sielecki, del Grupo Insud, y Marcelo Figueiras, en Laboratorios Richmond, para fabricar dosis en el país, tiene un sentido que va más allá de este año: el premio mayor es la provisión de millones de dosis para el país y Latinoamérica para la próxima década o más, si el coronavirus va camino a convertirse en una enfermedad crónica y cada año hay que vacunar para una cepa distinta. Sigman con la materia prima para la de AstraZeneca y la posible manufactura de la china de Sinopharm desde el año que viene, y sobre todo Figueiras con la producción local de la Sputnik, se asoman a una nueva escala de negocios.

3

Con sigilosos viajes a Madrid incluidos, avanza la pelea por la filial local de Telefónica de Argentina, que hoy opera bajo el nombre de Movistar. Los españoles, aunque hicieron llegar algún comentario al Enacom sobre que querrían enfriar la idea de salir, en realidad puede ser que estén viendo las condiciones de venta para después de las elecciones legislativas. Se trata de un combo que viene también con Telefónica de Uruguay y hay que poner más de 1200 millones de euros para copar ahí. Para cualquiera de los que están pujando sería pasar de nivel. El Grupo Crónica, junto al banco UBS, intenta hacer valer algún contacto de uno de sus dueños, Alejandro Olmos, con el Gobierno. Sería el cielo para empresarios surgidos de la obra social metalúrgica Forjar Salud controlar una de las tres gigantes de las telecomunicaciones. Enfrente está Facundo Prado, el tucumano que arrancó con una tarjeta de crédito en Catamarca hasta que se quedó con Supercanal tras trabajar para los Vila-Manzano y hoy se asoció a Lazard y a McKinsey para dar el salto. Se autodefine como peronista y quiere entrar también en Garbarino, que está muy complicada. La idea: vender celulares y teles atados a un plan de telefonía y TV paga.

4

El dragado de las vías navegables por donde salen las exportaciones, as known as “la Hidrovía” es el sueño húmedo (cuac) para la militancia del Frente de Todos que aspira a la estatización para algo así como recuperar el control soberano sobre el flujo comercial -que en realidad se monitorea con la Aduana también-. Pero el tema es que es una fantasía más húmeda todavía para los eventuales socios locales de gigantes del exterior que se presenten en una nueva licitación que arranca en meses. La posibilidad de que vengan los chinos de Shanghai Dredging junto con Electroingeniería, la firma de Gerardo Ferrreyra, es una versión no apta para empleados de Radio del Plata. Pero hay otra que nos transformaría en el Disney de los contratos de concesión: dicen que en la cabeza del jefe de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, está la idea de dividir la Hidrovía y repartirla en varias compañías distintas. Fiesta de oportunidades, como por arte de Massa. Por algo se populariza la idea de que el tigrense, si no puede ser presidente, aspira a más: ser el sucesor de Manzano.

“La Hidrovía” es el sueño húmedo (cuac) para la militancia del Frente de Todos que aspira a la estatización para algo así como recuperar el control soberano sobre el flujo comercial.

En el es-lo-que hay de la acumulación de capital de la Argentina hay de todo. Tranquilamente puede ser una fortaleza tener -aun con todos los peros del caso- una industria farmacéutica capaz de fabricar de todo, como también es un interrogante tamaño estadio por qué grupos locales se quieren quedar con empresas tarifa-dependientes que nunca pueden manejar ese precio y terminan relegando inversiones y calidad de servicio.