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Sociedad

Martín Pibotto, diseñador de skateparks: "Acá no hay barreras de clase, género, edad ni religión"

Por Andrea Ruggieri

Tribu urbana, deporte extremo, entretenimiento o estilo de vida. El skate llegó en los años 70´s al país y para el 2000 ya estaba recontra consolidado en las calles. Pero ¿cómo fue, para los skaters, dejar de buscar paredes y escaleras para saltar y pasar a reunirse en pistas diseñadas especialmente para ellos? ¿Cómo y cuándo aparecieron los skateparks y por qué no paran de reproducirse en todo el país? 

“A mis 13 años hicimos la primera rampa con un grupo de amigos y en el ‘89 hicimos una tipo U”, cuenta Martín Pibotto sentado sobre una tabla en uno de los 120 skateparks que lleva diseñados en todo el país: el Pachapark (el parque rodea al mítico boliche de los ´90), uno de los mejor ubicados y de los más concurridos. Martín le dedicó su vida al skate y se puso como meta difundirlo. Por eso, después de estar al frente de escuelitas de skate durante varios años y responder a los pedidos de rampas hogareñas que le hacían los padres de sus alumnos, empezó a notar que faltaban lugares para practicar. Lugares públicos, de cercanía, para que los chicos no tengan la necesidad de que los lleven.

“Si es la primera pista del municipio, organizo una reunión con los skaters más chicos y otra con los más grandes para ver cómo están patinando”, cuenta Pibotto. El diseñador y constructor de pistas públicas y privadas asegura que lo que más toma en cuenta a la hora de arrancar un proyecto es la voz de los futuros usuarios, además de si será una pista para la iniciación deportiva o para competencia y de observar la superficie a intervenir.

A mi me cambió la percepción. En vez de ver una escalera, yo veía un lugar para andar en skate”, cuenta Pibotto.

Martín está en contacto con el skate hace 42 años y se siente muy agradecido: “Me cambió la percepción. En vez de ver una escalera, yo veía un lugar para andar en skate”, explica. Pero este deporte no solo le dio otra mirada de la ciudad, también le aportó algo mucho más trascendental, una filosofía: “Es una forma de meditación dinámica. Cuando hacés la prueba estás en el presente y desaparece todo lo demás. La mente descansa de los quilombos de la vida diaria. Es un liberador de tensiones”.

De práctica marginada a deporte olímpico

“Una niña, un niño de 7 u 8 años puede hablar el mismo idioma que alguien de 40”, explica Pibotto quien, a lo largo de los años, comprobó que este es un deporte de integración. ”Desaparece la barrera de género, de edad, de religión. Somos todos iguales –explica–. “En una pista de skate puede haber un chico que apenas tiene zapatillas compartiendo con uno que se baja de un auto de alta gama”.

En una pista de skate puede haber un chico que apenas tiene zapatillas compartiendo con uno que se baja de un auto de alta gama”.

“Me gusta muchísimo más el espíritu skate que hay ahora que el que había cuando yo era chico”, cuenta el diseñador, que vivió una época distinta de la práctica urbana. ”No había internet, no se conseguían revistas importadas, la forma de saber qué estaban haciendo otros era moverte de tu barrio, pero para ir había que pedir permiso, no era que estaba todo bien. Era más punk”.

Sin embargo, en los 90´s, un fenómeno mundial los hizo tomar otra consciencia: “el skate casi desaparece entonces. Y los pocos que quedamos cambiamos la mentalidad. Nos empezamos a juntar y a tirarle buena onda a los que querían empezar. Nos pareció que esa era la forma de darle continuidad al deporte”.

Pibotto patinando cuando era adolescente.

Pibotto insiste en que en la actualidad las condiciones para andar en skate son mucho mejores: ”La sociedad marginaba a mi generación. No teníamos pistas ni adónde ir a practicar. Nos gritaban que vayamos a estudiar, a trabajar”. Y compara: ”Hoy es un deporte olímpico que está aceptado socialmente y hay pistas por todos lados”. Además, "el skate ahora es mixto. Antes eran sólo los varones los que  patinaban".

¿Deporte de riesgo?

Aunque se hagan pruebas arriesgadas, se deslicen sobre barandas o salten desde arriba de varios escalones, para los que patinan el miedo no es un tema: “No se habla del temor a lesionarse”, asegura Martín y explica que el que  practica “no está con eso en la mente. Es un riesgo controlado. El que lo intenta es porque sabe que tiene posibilidad de hacerlo”, asegura.

Pibotto cuenta que en los años 80´s, en Brasil, elevaron un proyecto de pistas y para poder llevarlo a cabo tuvieron que evaluar las posibles lesiones. Los resultados arrojaron la conclusión de que en canchas de básquet y fútbol 5 había más lesionados que entre los skaters. ”Los deportes de contacto físico con un adversario son más riesgosos que aquellos en los que estás solo con tu cuerpo”, concluye.

Pibotto construyendo un skatepark

Presente y futuro

“La técnica no para de evolucionar y eso no pasa en muchos deportes”, observa Pibotto apasionado. Si bien le encanta el fútbol, sostiene que los saltos de técnica en ese deporte se dan cuando aparece un Messi un Neymar. Sin embargo, el skate de los 1990 no es el mismo que el de 1995, por ejemplo, porque “todo el tiempo sale un nuevo vídeo que te vuela la cabeza”.

Este crecimiento sostenido se da, según él, porque los “nuevos” cuando entran al ambiente y ven lo que se está haciendo, ya lo consideran posible. “Van rompiendo con las barreras mentales”, explica Martín. A la par de la técnica, evolucionan las tablas y las superficies patinables: “por eso los parks de hace 10 años son de una forma, los de ahora de otra y los que vengan serán de otra”, dice sin perder la sonrisa y sin dejar de saludar a cada pibe que llega con su tabla bajo el brazo.

A pesar de los grandes avances de la escena en el país, Martín hace hincapié en lo que falta: que se lo incorpore en la currícula deportiva de las escuelas, que haya más sponsors y que las grandes marcas "banquen" más al deporte. Y, sobre todo, que haya más lugares para ir a patinar, para ir a compartir, para ir a "resetearse", como le gusta decir a Pibotto.

El parque de deportes extremos Saint Tropez, "Pacha" para los habitués, en la Costanera porteña.

El video de la entrevista acá: