Viernes, 19 de Abril de 2024 Cielo claro 16.7 °C cielo claro
 
Lunes, 11 de Octubre de 2021 Cielo claro 16.7 °C cielo claro
 
Dólar BNA: $913
Dólar Blue: $1025
Columnistas

Con la depresión no se juega 

Por Federico Yañez

“Yo no hago trampas para ganar. Preferiría perder. Sólo te lo digo. Me has robado, me debés una disculpa, nunca hice trampas en mi vida, tengo una hija y sólo hago lo que es correcto. Sos un ladrón y un mentiroso”. La final femenina del US Open 2018 terminó en escándalo por los cruces de Serena Williams con el umpire Carlos Ramos. La mejor tenista de este siglo terminó llorando, amargada y buscando consuelo con el público tras su derrota. A su lado, parada, buscando ser invisible, posaba su humanidad Naomi Osaka, nueva campeona de Nueva York, que ganaba su primer torneo grande. Solo atinó a hablar por pocos segundos, levantó el trofeo como pidiendo permiso y se fue. A partir de ahí comenzó algo que nadie sabía hasta esta semana: Osaka se deprimió

Esa palabra dejó ser un tabú en los últimos años, pero se resignificó tras el abandono de la japonesa de Roland Garros. Antes del torneo había avisado que no iba a hablar más con la prensa y tras su victoria en primera ronda cumplió con lo dicho. La organización del torneo la multó con 15.000 dólares –ya se había asegurado 102.000 por el triunfo– y le advirtió que si repetía la conducta podían llegar a expulsarla. Las reglas de los Grand Slams incluyen que los y las tenistas deben hablar en conferencia de prensa de manera obligatoria. Cuando comunicó que no hablaría, Osaka dejó una señal de lo que vendría: "Siento seguido que las personas no tienen ningún respeto por la salud mental de los deportistas y esto suena muy cierto cada vez que veo una conferencia de prensa o formo parte de una”. Tras retirarse expuso que desde hacía tres años venía teniendo episodios de angustia y hundimiento. Antes de ese US Open que cambió su vida había sido Serena la que había blanqueado que tras el nacimiento de su hija, tuvo depresión post parto. 

Serena Williams.

Pero cada vez más hay deportistas que reconocen lo mucho que les cuesta lidiar con las presiones propias y ajenas por ganar, perder y ser tapa de todos los medios. Si bien se trata de trabajadores privilegiados, que viven una irrealidad con respecto a la gran mayoría de la masa laboral, eso no quita que las presiones de su profesión los expriman hasta la intolerancia. Nadia Podoroska, que perdió en primera ronda de Roland Garros con la suiza Belinda Bencic, luego de un 2020 de ensueño, hace trabajo mental con Pedro Merani, ex entrenador de seleccionado de bowling, con quien habla en la previa de los partidos sobre estrategia, concentración y cómo enfocarse. La polaca Iga Swiatek, vigente campeona en Paris y que eliminó a la rosarina el año pasado en semifinales, destaca siempre el trabajo de su psicóloga, Daria Abramowicz, como parte de su equipo de trabajo desde hace dos años. 

Hasta hace una década, sobre todo en el fútbol, los psicólogos era mal vistos, no solo por la presencia de una persona nueva, supuestamente ajena a ese mundo, sino porque un deportista no podía tener problemas. El suicidio de Mirko Saric en abril del 2000 cambió todo y su nombre volvió a resonar este año, cuando el uruguayo Santiago “Morro” García hizo lo mismo, sobrepasado por la imposibilidad de salir de Godoy Cruz. En ese momento se calculaba que de 26 clubes de Primera División, todo tenían psicólogos en las divisiones inferiores, pero solo seis para sus planteles de Primera División. Uno era el equipo mendocino. 

Hasta hace una década, sobre todo en el fútbol, los psicólogos era mal vistos, no solo por la presencia de una persona nueva, supuestamente ajena a ese mundo, sino porque un deportista no podía tener problemas.

La singularidad de la diferencia entre juveniles y mayores hace ver que no se considera necesaria la presencia de profesionales para seguir el acompañamiento que sí se hace cuando son chicos. El último club que incorporó una psicóloga fue Platense, que sumó a Sabrina Montero al equipo que armó Daniel Vega, que se retiró este año y fue designado como Secretario Técnico del Calamar. 

José Pekerman fue el primero en llevar un psicólogo a trabajar con él cuando sumó a Marcelo Roffé al equipo de trabajo de los seleccionados juveniles y luego siguió con Argentina y Colombia.  

La argentina Nadia Podoroska tiene un "preparador mental".

Actualmente Roffé preside la Sociedad Latinoamericana y del Caribe de psicología de la actividad física y del deporte y reconoce que lo hecho por Osaka ayuda a visibilizar la problemática. “Siempre que se ponga en primer plano el tema de la salud mental de los deportistas de elite –a los que se confunde con máquinas, y antes son personas–, sirve. Y más si es una de las mejores tenistas del mundo. Pone dos temas sobre la mesa: uno, la salud mental. Y el otro, el maltrato y machismo de los medios, de los organizadores de los torneos”. Roffé es autor de dieciocho libros, uno de ellos, Fútbol de presió”, que aborda justamente esa temática, que no es nueva. Justo esta semana el FIFPRO, el sindicato internacional de futbolistas, presentó una investigación que asegura que el 38% de los futbolistas sufren síntomas de algún problema de salud mental a lo largo de su carrera.

Tal vez en el inconsciente popular la depresión está ligada a quienes no llegaron a triunfar, que se quedaron en el camino o una lesión truncó su carrera, pero no siempre es así. En los últimos años Michael Phelps, Ian Thorpe, Kevin Love o Andrés Iniesta contaron el camino que tuvieron que hacer. El español relató en el documental “Andrés Iniesta, el héroe inesperado”, que en 2009 tocó fondo cuando ganó la Champions League con el Barcelona y dos meses después murió su amigo Dani Jarque, futbolista del Espanyol. Antes del Mundial de Sudáfrica, su mente le pasó factura, se lesionó y casi no llega. Vicente del Bosque lo esperó y el día de la final no solo hizo el gol más importante en la historia de España, sino que lo celebró con una remera que decía “Dani Jarque siempre con nosotros”. 

Santiago "Morro" García se suicidó en febrero.

El caso más sonado ha sido el de Robert Enke, arquero alemán que en 2009 sacudió a su país cuando se tiró a la vías del tren. Desde joven había atravesado por distintos períodos depresivos que le costaron la consolidación en su puesto. Osciló entre su país, Portugal, España y Turquía, pero en 2004 volvió a Hannover y dos años después fue elegido el mejor arquero de la Bundesliga. Ese año sufrió un golpe del que no volvió, ya que su hija Lara murió por un problema cardíaco de nacimiento. Fue parte de la selección subcampeona de la Eurocopa 2008 y se encaminaba a ser el titular en el Mundial de Sudáfrica, pero no pudo aguantar y se mató. Su psiquiatra Valentin Markser relató un diálogo momentos antes del suicidio, cuando lo había aconsejado por enésima vez y Enke respondió lacónico: “¡Soy el arquero de la selección alemana, no puedo ir a una clínica!”. 

Mirko Saric también se suicidó.

El abandono de Osaka es una muestra más de una faceta no siempre bien atendida en relación a la salud mental de los deportistas. Se ha invertido y evolucionado en nutrición, preparación física, neurociencias, indumentaria y hasta comunicación, pero no estaría resuelto el tema de la debilidad. En nombre del dinero y la competencia, es algo que no se arriesgan a asumir.