Por Feminacida
Desde el año 2014 cada 28 de mayo se celebra el “Día Internacional de la Higiene Menstrual”. La fecha fue impulsada por la ONG alemana Wash United en colaboración con la agencia de publicidad Making Rights Real con el objetivo de visibilizar y denunciar las desigualdades en torno al acceso al agua potable a las que se tienen que enfrentar las personas que menstrúan alrededor del mundo. A su vez, desde la organización se promueven acciones concretas para hablar abiertamente del tema y así poder poner fin al estigma.
En nuestro país, dentro de los distintos activismos menstruales, prefieren referirse a esta fecha como el Día de la Visibilidad Menstrual o Día de la Salud Menstrual, porque la higiene vuelve a situar a la menstruación en el lugar de lo sucio, de lo que hay que limpiar y no tienen que quedar manchas.
Ahora bien, ¿es suficiente un día para romper el tabú? ¿Qué sabemos realmente sobre la menstruación? ¿Cuál es su impacto en nuestros bolsillos? ¿En qué medida los productos que usamos afectan a nuestras vulvas? ¿Qué proyectos están vigentes para revertir esta situación?
Un poco de historia
Sin dudas, en Argentina, una de las conquistas más recientes de los colectivos feministas fue haber logrado la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), que vino a reivindicar la recuperación de la autonomía del cuerpo de las personas con útero y capacidad de gestar.
En su libro “Mi sangre” (2017) Élise Thiébaut sostiene que “la menstruación sigue siendo un fenómeno misterioso, rodeado de leyendas, de supersticiones, de cosas no dichas y de ideas heredadas cuya persistencia sólo puede asombrar. Ya sea que provengan de la mitología, de la religión o de la medicina, siguen impregnando las mentalidades al punto de afectar la salud y el bienestar de las mujeres de todo el mundo”.
Al día de hoy, la llegada de la menarquía (primera menstruación) representa algún tipo de ritualización, de pasaje de niñas a mujeres. Pareciera que el mecanismo para recibirla, se mantiene anacrónico en el tiempo.
Según la psicóloga, doctora en ciencias sociales, Eugenia Tarzibachi, autora del libro “Cosa de mujeres: menstruación, género y poder” (2017), al mismo tiempo que se celebra la inminente fertilidad de esa persona, se enfatiza el secretismo, el miedo y el asco.
De manera implícita, estas serán las primeras barreras con las que deberán lidiar las personas que menstrúan: gestionar sus sangrados como puedan y en silencio, no vaya a ser cosa que los demás se enteren que estás menstruando.
A lo largo de la historia, las personas socializadas como mujeres han hecho lo que pudieron con sus cuerpos, con lo poco que se les contó sobre ellos. La realidad es que se nos ha educado muy poco en educación sexual.
Desde muy temprana edad crecimos a sabiendas de que tocarnos “ahí abajo” estaba mal y sin saber muy bien qué es lo que teníamos entre las piernas, así es como internalizamos esta idea abyecta de rechazo y desconocimiento hacia nuestra propia genitalidad.
Menstruar es político
La menstruación es un signo vital, un indicador más de la salud de las personas con útero. Y en este sentido hay que decirlo: no solo las mujeres cis menstrúan; también lo harán las personas intersex, no binaries y varones trans, quienes responderán a este proceso que tendrá una prolongación en el tiempo de alrededor de 40 años.
Más allá del proceso fisiológico, en la menstruación conviven diferentes tensiones que conjugan aspectos de la sexualidad, de lo cultural, de lo social y de lo político también. Más de la mitad de la población menstrúa y muchas de esas personas continúan viviendo sus períodos entre el miedo, la vergüenza, el rechazo, el dolor y la soledad. En este punto, cobra vital importancia la desigualdad.
Según datos publicados en el informe de Justicia Menstrual: igualdad de género y gestión menstrual sostenible, “las barreras económicas al acceso de productos de gestión menstrual tienen implicancias en la salud, la educación y el trabajo. Se ausentan de la escuela o de sus puestos de trabajo, dejan de hacer actividades deportivas o de esparcimiento, y en algunos casos, recurren a alternativas para gestionar su menstruación que pueden afectar su salud (uso de trapos o elementos no higiénicos”.
El informe también revela que “el costo de menstruar implica pagar anualmente desde $1.933 (toallitas) hasta $2.158 (tampones). Este es un costo muy elevado para las familias de los sectores de menores ingresos y un “impuesto por menstruar” (en comparación con quienes no menstrúan)”.
“Antes no sabías que tu primera toallita contamina, ahora sos consciente”, dice el comercial de una reconocida marca de copas menstruales de producción nacional. Y es que de acuerdo a una investigación de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de La Plata, el 85 por ciento de los tampones y toallas descartables contienen glifosato, un herbicida cancerígeno.
Además, se encontraron otros elementos altamente contaminantes como la dioxina, que actúa como blanqueador, y el rayón, un tejido sintético utilizado para absorber la sangre y los fluidos vaginales. Las toallas sanitarias pueden tardar aproximadamente entre 500 y 800 años en biodegradarse.
Entonces, el problema no solamente es sanitario, estos tóxicos en contacto con la mucosa vaginal son los responsables de generar alteraciones en el Ph y la microbiota vaginal, sino que también generan consecuencias a nivel ambiental.
Hacia una menstruación digna en la región de Latinoamérica
En México se aprobó recientemente la Ley de Menstruación Digna que prevé la distribución y entrega gratuita de toallitas, tampones y copas menstruales. Escocia ya se había convertido en el primer país en hacer realidad este derecho. ¿Qué está pasando en Argentina?
Durante el 2020 se presentaron 14 proyectos en el Congreso de la Nación con el objetivo de eliminar los obstáculos para acceder a la gestión menstrual y hacerlo de forma sostenible en términos económicos, ambientales y de salud. Asimismo, a nivel municipal también están operando una serie de iniciativas orientadas a promover la provisión gratuita de productos de gestión menstrual.
En ese sentido, este año se aprobó en Tucumán, la Ley Provincial N°9349 de provisión y capacitación sobre elementos de gestión menstrual. Misiones lanzó la campaña de gestión menstrual con dos ejes: “Ahora Mujer”, que incluye descuentos en productos para la gestión menstrual y a su vez distribuyó 2500 copas menstruales para las personas en situación de vulnerabilidad.
El proyecto más reciente tuvo lugar en la provincia de San Luis, bajo el nombre de “Yo menstrúo”, un programa que prevé un kit menstrual, capacitaciones y acompañamiento para las personas menstruantes.
Es así como en el marco del mes de la salud menstrual, se lanzó la Red Federal de Activismos Menstruales (AMRed). Conformada por asociaciones civiles, cooperativas y colectivos de educadoras, busca trabajar en conjunto para que los instrumentos institucionales sean utilizados con las demandas comunitarias.
Carolina Zotta, integrante de la red, comunicadora, fundadora de “Viva la Copita” y parte de la asociación civil por los derechos sexuales y reproductivos “Matriar” explica: “Es súper pionero lo que se está dando, un programa integral para cambiar realmente la forma en la que se concibe la menstruación. Hoy hay un montón de materiales disponibles, hay fanzines, hay libros, hay muchas activistas que laburan hace años en territorio y queremos que se tengan en cuenta al momento de implementar estas políticas públicas”.
Entrevistada por Diario con Vos, agrega: “También queremos pensar en cómo se van a dar las clases de educación sexual integral, de qué manera se va abordar el tema en las escuelas, hoy hay otra demanda con las adolescencias y esa información la tuvimos que generar quienes no la tuvimos, porque no queremos que nuestra experiencia se repita”.
Por su parte, Eugenia Fernández, educadora menstrual comunicadora y docente, fundadora de “Útera de fuego” e integrante del programa de San Luis “Yo menstrúo” señala: “La primer puerta de entrada que el abordaje de la ESI propone, es la reflexión sobre nosotrxs mismxs. La educación menstrual, en este sentido, se erige como un espacio en el que quienes asumimos el rol de educadorxs, también asumimos la responsabilidad política de transitar por nuestras propias búsquedas, sentires, vivencias; en fin de poner el cuerpo.”
Para este viernes 28 de mayo, desde AMRed tienen previsto un “posteazo” que pretende generar mucho ruido y sacar de una vez a la menstruación del clóset de la vergüenza. La propuesta deviene en una invitación para reflexionar acerca de nuestros ciclos y repensar cómo es la relación que tenemos con nuestros cuerpos menstruantes.