En las últimas horas, la muerte de Carlos Timoteo Griguol enlutó al fútbol argentino. Los hinchas de Ferro, Gimnasia y Esgrima de La Plata y Rosario Central lo recordarán particularmente. Es por ello, que Gustavo Grabia, le dedicó unas sentidas palabras a través de una carta leída en ¿Y Ahora, Quién Podrá Ayudarnos?, en Radio Con Vos.

"Perdoneme que me quede con una anécdota personal maestro. Porque para hablar de sus logros, ya debe estar haciendo fila todo el mundo. Pero, ¿sabe 'Timo'? A mí, que festejé como si no hubera mañana los títulos del 82' y el 84', usted siempre me dio otra cosa. Y es lo primero que se me vino a la cabeza cuando esta mañana me llamaron para avisarme que se había llevado parte de mí corazón, y el del fútbol argentino, para arriba.

Mire, no recuerdo el partido, pero si recuerdo que estábamos en la platea. Ahí, sí. En la zonita de siempre. Cerquita de la tribuna local. Usted estaba rodeado por Victor, por el Cai, Danielito y, creo que también estaba Gabi. No sé si me estoy olvidando de alguno más.

Yo como siempre, estaba con mi hijo (que por aquel tiempo era bastante pequeño), mí viejo y mí amigo Manuel. El pibe, ¿vio como son los pibes maestro? Meta a pedir paty y Coca. Y uno que no se quería perder ni un minuto del partido le prometía: "En cuanto Ferro hago un gol te compro". Ya no era su Ferro maestro, por lo que era complicado hacer un gol.

En el entretiempo usted llamó a mí pibe y le preguntó cómo le iba en el colegio. Él le dijo que bien. Mire, si no me equivoco, el estaría en cuarto o quinto grado. Después me preguntó a mí, con esa tonada musical que nunca perdió  y tomando su palma sobre mí hombro, como hacía cada vez que hablábamos.

Me preguntó si el pibe era buena gente y estudiaba. Yo le dije que "sí". Entonces, ahí, como si yo fuera una de sus jugadores a los que aconsejaba a comprar la casa en vez del auto de lujo con la primer platita que cobraban, me aconsejó: "Se lo merece por eso, no por cómo le vaya a Ferro".

Ah, yo bajé con el pibe y compramos el paty y la Coca. Cuando volvimos mí hijo sonreía. Usted también. No me acuerdo cómo terminó aquel partido, pero a su lado maestro, ganábamos todos".