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Columnistas

El dilema de la vacuna de AstraZeneca

AstraZeneca

Por Sebastián Davidovsky

AstraZeneca tenía la gran promesa de una vacuna barata con una prestigiosa universidad detrás. El laboratorio anglosueco no tenía mucha experiencia en producción de vacunas, sino que tiene un recorrido en tratamientos contra el cáncer, pero venía con esta cruzada a nivel mundial. Se suponía que iban a ser de acceso igualitario y masivo para todo el mundo.

Sin embargo, antes de ayer el brazo legislativo de la Unión Europea empezó con acciones legales por retrasos en la entrega de las vacunas a todo el bloque. La promesa era por 300 millones de dosis, pero en el primer trimestre entregó apenas el 10 por ciento de lo que prometió, y en el segundo dijo que va a entregar 70 millones de los 180 prometidas.

El gran problema es que en el contrato, que era privado pero se terminó revelando, la empresa se comprometió a hacer "sus mejores esfuerzos para entregar las dosis comprometidas, y la Unión Europea dice que no lo está haciendo. AstraZeneca lo niega. Entonces, hay que ver como es la producción.

Básicamente AstraZeneca produce su vacuna en cuatro fábricas en suelo europeo: dos en Reino Unido, una en Bélgica y otra en Países Bajos. Estas últimas están gestionadas sobre todo por empresas subcontratadas, es decir, no son propias de AstraZeneca . Esas son las que empezaron a tener problemas y están produciendo menos de lo previsto. El contrato dice que los británicos pueden imponer sanciones a la empresa, mientras que la Unión Europea lo máximo que puede hacer es buscarse otro proveedor. Pero no tiene demasiadas herramientas jurídicas.

Quien empezó con esto fue el CEO de la empresa, Pascal Soriot, quien empezó a recuperar ese orgullo británico alrededor de la investigación y el desarrollo que estaba bastante devaluado. Cuando apareció el covid, nadie creía que podría llegar a ser la empresa que lideraría la producción de vacunas. En un momento, la Universidad de Oxford estaba a punto de firmar con un gigante farmacéutico norteamericano, pero finalmente firmaron con un laboratorio del Reino Unido para asegurarse una vacunación sólida, que es lo que está pasando hoy. Después empezaron los errores en la producción: primero, en la dosificación, lo que enturbió la interpretación de los resultados sobre su eficacia.

Ahí es cuando la Argentina hizo ese convenio por más de 22 millones de dosis. La producción del componente activo se iba a llevar a cabo en el laboratorio de Hugo Sigman y el envasado, en Liomont, un laboratorio de México. El tema es que México todavía no entregó gran parte de la producción que debía haber enviado. Pasaron varias cosas.

En principio, el laboratorio de los productores mexicanos tuvo faltantes de insumos al principio para el envasado. Quisieron importarlos desde Estados Unidos, pero hubo problemas administrativos que hicieron más lento el trámite. Mientras tanto, en Argentina se siguieron fabricando dosis, entregando y exportando. Después, cuando Leomont comenzó a conseguir los insumos, empezó a sufrir con el regulador local, COFEPRIS, que regula la capacidad de las compañías para producir. Durante una visita, le hicieron 185 observaciones y plantearon que no estaban preparados para producir, más allá de que les habilitaran los insumos.

En Argentina empezaron a aparecer varios sectores políticos preguntando por qué no podíamos envasar acá. Hugo Sigman decía que no era posible, pero con la Sputnik V descubrimos que sí. Lo cierto es que esto está trabado en México.

Ahora, se está hablando sobre qué hacer con algunas de las vacunas de AstraZeneca que se produjeron en Estados Unidos, y que sobran porque ni siquiera están aprobadas por un regulador local. Allí descansan 60 millones de dosis.

Las que llegaron a Argentina a fines de febrero fueron parte de un arreglo para que el Instituto Serum, que tiene la transferencia tecnológica de la vacuna de AstraZeneca, transfiera al menos algunas dosis. Después, esta el mecanismo Covax, de la OMS, que también le compró a AstraZeneca. Gracias a ello pudieron llegar alrededor de un millón y medio de vacunas, pero ninguna de las que se produjeron en nuestro país.

En los últimos días, Alberto Fernández habló con Soriot, que está en el ojo de la tormenta por haber incumplido contratos en casi todo el mundo. Y en el medio están esas vacunas ociosas en Estados Unidos.

Leía una nota de la BBC donde se preguntan si la vacuna de AstraZeneca "vale la pena". La empresa ya dijo que
va a revisar su postura sin fines de lucro sobre su trabajo cuando se hayan cumplido los trabajos actuales. Evidentemente hay algo que no le cerró. En esa nota, un inversor plantea que quizás este sea el momento de ofrecer la patente y seguir adelante. Sin embargo, la compañía cree que todavía no es el momento. Aunque hace un año, su vacuna valía un 20 por ciento más que hoy.

Entonces, el dilema de AstraZeneca es mucho más que el impacto que está teniendo hoy con la Unión Europea. Se plantea una incógnita con una de las vacunas más importantes en términos de contratos y que hoy nos está dejando de garpe.