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Columnistas

Alimentos: la guerra de la hojalata y una pelea de popes contra popes. Por Jairo Straccia

CASHTAG de la semana

 

Por Jairo Straccia

La ira de los gigantes alimenticios empezó a notarse hace una semana en un Zoom re caliente convocado por el sello Copal, la cámara que nuclea a las principales compañías del rubro.

Luego de que el gobierno impusiera controles renovados sobre costos y lanzamientos, con mecanismos detrás de siglas como el sistema Sipre (monitor de precios) y el flamante Sifire (control de etiquetas para detectar aumentos detrás de falsos nuevos productos), la bronca de los capos de gigantes como Arcor, Molinos y Aceitera General Deheza detonó al enterarse por el Boletín Oficial que se extendía Precios Máximos hasta el 15 de mayo.

Mientras el titular de Copal, Daniel Funes de Rioja, no daba abasto a presentar recursos administrativos en el Ministerio de Desarrollo Productivo contra las nuevas regulaciones, mandaron a analizar a un estudio jurídico top la viabilidad de ir a la Justicia contra el programa de congelamiento de precios nacido en la pandemia y que lleva más de un año frente a una inflación promedio de 36 por ciento solo en 2020, más la aceleración de estos últimos tres meses.

Las empresas alimenticias mandaron a analizar a un estudio jurídico top la viabilidad de ir a la Justicia contra el programa Precios Máximos.

El clima belicoso fue tal que hasta la poderosa Amcham, la cámara de comercio argentino estadounidense, sacó en las últimas horas un comunicado contra la medida. Pero la cosa no quedó ahí.

En la mira del Instiuto Patria

Ante la necesidad de aumentar los precios de los alimentos –dicen que tienen un atraso del 25%, trancu– en un contexto de 42% de pobreza, las empresas se sienten en la mira del Instituto Patria como los formadores de precios que empujan la canasta básica por las nubes. 

Por eso, las corpos alimenticias también suman otra estrategia: denunciar por WhatsApp las listas que le presentaron al propio gobierno de lo que les han subido en el último año sus insumos clave, en muchos casos producidos por otros gigantes clave del establishment argento. Una pelea de popes contra popes.

La mira de las familias Pagani (Arcor), Pérez Companc (Molinos) y Urquía (AGD) está puesta en sectores con pocos oferentes donde el precio de los bienes intermedios llega a las nubes sin que nadie diga ni mu.

El dedo acusador señala que entre enero 2020 y febrero de este año el vidrio de los frascos subió 51%, el cartón de los envases más populares, 54%, el papel trepó también 71% y el film que se usa en los paquetes de arroz, un 102%. 

En todos los casos, la mira está puesta en sectores con pocos oferentes donde el precio de los bienes intermedios llega a las nubes sin que nadie diga ni mu, se lamentan las firmas de familias emblema del rubro, como los Pagani (Arcor), Pérez Companc (Molinos) o Urquía (AGD). En ese punto encuentran cierta comprensión al respecto de parte de la secretaria de Comercio Interior, Paula Español.

El caso de la hojalata

Pero un capítulo aparte es el caso de la hojalata que se usa en las latas de conserva de choclo o arvejas. Entre enero de 2020 y enero 2021 saltó 44% y en las últimas semanas llegaron nuevos incrementos, denuncian, y mencionan un nombre sinónimo de poder en este juego de la Inflación del Gran Bonete: Techint, el holding de la familia Rocca.

En el mercado siderúrgico dicen “y a mí qué me miran” y se escudan en el salto global de los precios de las materias primas. “Los principales insumos de la hojalata –el hierro y el estaño– subieron entre enero de 2020 y lo que va de 2021, un 79% y 60% en dólares respectivamente”, dice una fuente del sector. Y dejan un dato que hace prever más presión en la cadena que está detrás de ese paquete que te mira en la góndola: el consumidor de hojalata en Europa hoy está pagando 10% más caro el producto que uno argentino.

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