Por Manuel Sierra.
Desde marzo de 2020 el mundo se encuentra navegando por aguas desconocidas y sigue sin encontrar un puerto seguro donde atracar. O tal vez, deberíamos decir: un aeropuerto donde aterrizar.
Ante el aumento de contagios observados en lugares donde se está aplicando la vacuna con la seriedad que reclaman nuestros políticos, muchos países del mundo se encuentran limitando o cancelando sus conexiones aéreas con aquellos en los cuales las nuevas cepas de Covid-19 se encuentran más activas.
Evidentemente, nadie quiere aumentar los contagios y limitar al mínimo los ingreso de turistas seria la mejor opción para lograrlo, sin perjuicio de que algunos sigan pensando lo contrario.
El mundo va en ese sentido, y como ejemplo podemos citar las medidas tomadas por los británicos, que no pueden volar fuera del país hasta el 17 de mayo; los alemanes, que tienen permiso para viajar al exterior pero con la obligación de presentar un TEST PCR negativo para volver a su país; o los australianos, que no tienen vuelos internacionales desde hace meses, con excepción de su reciente apertura hacia Nueva Zelanda.
También a Marruecos, que ha suspendido todos los vuelos con España y Francia, dejando a miles de turistas pasando Semana Santa en el lugar donde estén y sin saber cuándo y cómo podrán regresar. A Chile, que limita al mínimo sus vuelos internacionales por un mes desde el 5 de abril. Recordemos, son solo algunos que se nos vienen ya a la memoria.
Por supuesto no nos olvidemos de nuestro país, que ya suspendió todas las conexiones aéreas con Chile, México y Brasil aspirando a recibir sólo 4 vuelos internacionales por día a fines de abril y con la intención de poder testear a todos los que lleguen.
Nadie quiere cerrar fronteras y aislarse totalmente como sucedió en los primeros meses de la pandemia en el 2020, pero bajar el número de pasajeros ingresando desde el exterior facilita el control de sus movimientos si deben cumplir cuarentena, en un hotel o en sus domicilios particulares. Acá, allá y en donde sea.
No se trata de un régimen autoritario como muchos argumentan, el mundo entero piensa en salvar a la gente de la manera que le parece mas efectiva, y por ahora estar guardados en casa parece ser el mejor método, sin perjuicio de aquellos que aun niegan el riesgo que corremos.
En estas circunstancias tampoco nos debemos olvidar de los pasajeros, que hoy se preguntan ¿qué pasa con los pasajes ya emitidos para este período? ¿Y con los que se encuentran fuera del país? ¿Y con aquellos que regresaban vía México, Brasil o Chile?
Una vez más, la respuesta la tienen los agentes de viajes, que deberán trabajar a destajo para encontrar alternativas. Primero tratando de que los pasajeros vuelvan lo antes posible, y segundo con costos accesibles. Y ahí vamos otra vez. ¿Se acuerdan? Los agentes de viajes vuelven a estar en el centro de la escena. Acá, allá y en donde sea.
Lo urgente tapa a lo importante, lo sabemos, pero en el mientras tanto las consecuencias de las medidas tomadas en el mundo entero generan un futuro con pronóstico reservado. Acá, allá y en donde sea.
Publicado también en Contracuadro.com