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Sociedad

La dura supervivencia de las cervecerías artesanales durante la pandemia

Cervecerías artesanales

Con la instalación del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) impuesto por el Gobierno Nacional el 20 de marzo de 2020 por la pandemia de coronavirus, miles de locales gastronómicos tuvieron que cerrar sus puertas y readaptar sus modelos de negocio al nuevo paradigma impuesto. Desde la Cámara de Cerveceros Artesanales de Argentina (CCAA) afirmaron que, al menos, 450 cervecerías abandonaron el mercado.

A pesar de las ayudas que el Gobierno implementó desde entonces, como el Programa de Recuperación Productiva (REPRO) o los créditos ATP para las empresas damnificadas por la pandemia, la gastronomía y la hotelería exigieron una ley de emergencia que rescatase al sector. De hecho, el rubro gastronómico estimó que unos 1.200 locales a la calle tuvieron que bajar sus persianas de manera definitiva a mediados del año pasado.

Cerveza artesanal

Para su supervivencia, los bares, restaurantes y cervecerías artesanales tuvieron que volcarse bruscamente al delivery en donde no pudieron conseguir mucho más que el 20% de la facturación pre-pandemia. En junio, en la Ciudad de Buenos Aires se habilitó el “take away” y la circulación comenzó a reactivarse, aunque sin modificaciones estructurales.

En la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC) habían manifestado a mediados del año pasado que “los establecimientos están al borde del abismo. La mayoría no podrá mantenerse con vida una vez que se retome la actividad”. De hecho, el presidente de la CCAA, Juan Manuel González Insfrán, indicó que 450 cervecerías artesanales habían cerrado y que 500 personas habían perdido sus empleos de manera directa y 5.000 de forma indirecta.

La reinvención de la cerveza artesanal

Desde el inicio del ASPO, la industria alimenticia estuvo exceptuada de las restricciones a la circulación, por ende, las fábricas de cerveza artesanal no se vieron impactadas desde ese lado. Sin embargo, el 95% del mercado “craft” estaba recostado en el canal “on premise”, es decir, en bares, restaurantes, ferias y eventos. Por lo tanto, las fábricas podían producir, pero no tenían a quiénes venderles. La ausencia, hasta ese momento, de una ley de góndolas hacía que las cervezas producidas por las grandes multinacionales como AB InBev y CCU acapararan los supermercados.

Así, desde abril se vio una explosión de la demanda de envases para cerveza como nunca antes. Latas de aluminio, botellas PET y de vidrio fueron solicitadas a mansalva: había que salir a venderle directamente al consumidor y no perder la producción. Sin embargo, y a pesar de un aumento en el consumo de cerveza artesanal envasada durante la pandemia, las fábricas no pudieron alcanzar ni siquiera el 30% de su facturación normal.

“Necesitamos máquinas para embotellar o enlatar, la más barata nacional es manual y cuesta un millón de pesos. Las importadas cotizan entre los 50.000 y los 200.000 dólares”, había declarado González Insfrán para BAE.

Nuevas ayudas para un sector castigado

El Ministerio de Agricultura se comprometió a trabajar con la Secretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional (SAByDR) para incluir al bagazo cervecero seco al Código Alimentario Argentino (CCA). Desde la cartera que dirige Luis Basterra se señaló que esto representa una “oportunidad de negocio sustentable para el sector cervecero”.

“El sector cervecero argentino se encuentra formado por los productores de cerveza de elaboración artesanal -quienes agrupan a más de 550 microcervecerías que representan el 2.2% del mercado total, el 30% de la cerveza total tirada, y que es un importante generador de empleo; y elaboradores industriales con una enorme capacidad productiva, que estamos decididos a acompañar”, afirmó el comunicado del Gobierno.

cervezaLa idea es aprovechar el residuo de la fabricación cervecera que hoy se utiliza únicamente como alimento de animales y usarlo en la elaboración de panes, brownies, budines, masa pasa pizza, entre otros. Muchos cerveceros advierten que el secado del bagazo es un proceso costoso, poco redituable y que pude tener alteraciones microbiológicas que harían imposible su consumo.

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